"Es un idiota". El ajuste de cuentas de Fernando Alonso con Lawson o cómo se las gastan en la F1

https://images.ecestaticos.com/ERAI3xAPtzmwTrYw5IBRCFgbWjc=/0x0:2272x1514/1600x900/filters:fill(white):format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fbf2%2F21d%2F4fa%2Fbf221d4fac97b1a39ada033573954f06.jpg

“Dijo que me jodería y supongo que cumplió su palabra”. Liam Lawson protagonizaron un singular episodio en la carrera esprint del pasado Gran Premio de Estados Unidos que recordaba a otros momentos del pasado, cuando los pilotos ajustaban cuentas cara a cara, sin comisarios ni asfixiantes reglamentos deportivos de por medio. Como hizo Fernando Alonso en Austin.

Los dos pilotos mantuvieron un duro duelo durante más de una vuelta, durante el cual Alonso insultó por la radio al piloto de RB. “Ese Alpha Tauri es un idiota”. Después se recogían las imágenes de los dos pilotos discutiendo al final de la carrera, Alonso leyendo la cartilla a Lawson con gestos evidentes de reproche.

El incidente ofrecía una doble vertiente. Por un lado, hasta qué punto se justificaba la actitud de Alonso, que se hizo pública al acabar la jornada, o se trataba del orgullo herido y de marcar territorio al joven recién llegado. Por otro, si la maniobra del neozelandés fue tan inocua como defendía, o tan peligrosa como el español denunciaba. De lo uno y de lo otro existen precedentes, algunos recientes, otros clásicos en la Fórmula 1. Que le pregunten a Niki Lauda, Ayrton Senna o Michael Schumacher.

"Mientras uno levante el pie..."

Durante su duelo, Lawson y Alonso se pasaron y repasaron en varias ocasiones, incluso en ocasiones desplazando fuera de la pista al Aston Martin. “En la recta, creo que casi chocamos, como me pasó con Lance hace dos años, a 300 km/h o algo así, y luego, la forma en que se apretó, al salir de las curvas, hasta los límites de la pista, en la primera vuelta” se quejaría Alonso después.

Duro y correoso, el neozelandés, cuando el español cogió velocidad suficiente para adelantarle con el DRS, comenzó a barrer la pista hacia la izquierda después de un primer amago. "Mientras uno de los dos coches levante el pie, nunca hay accidente. Así fue mi caso hoy", declaraba el español posteriormente. No le faltaba razón. El español tomó la matrícula a Lawson.

Al salir a la pista en los clasificatorios, se emparejó al RB y le adelantó, práctica no habitual entre los pilotos en estas sesiones. "Ha hecho exactamente lo que me dijo que iba a hacer", comentaba por la radio a su ingeniero. "Tranquilo, olvídalo todo y sigue a tu ritmo", le tranquilizaba este.

Un incidente similar, en el mismo lugar

Lawson restaba importancia a su maniobra, alegando que ni siquiera había sido investigada por los comisarios. Sin embargo, un incidente similar hace pocas semanas en el mismo punto de la pista, en el Mundial de Resistencia, pudo haber terminado en tragedia. Entonces, el Porsche que marchaba por detrás con Kevin Estre al volante no levantó el pie.

Sebastian Buemi, a bordo del Toyota oficial, realizó el mismo barrido de pista que Lawson, arrinconando al prototipo alemán, aunque a velocidades muy inferiores a las de Alonso y Lawson. Hubo incluso contacto físico entre los dos coches, aunque afortunadamente no se llegó a mayores. Eso sí, Buemi recibió una sanción de treinta segundos y duras críticas de otros pilotos por tan peligrosa maniobra, casi idéntica a la del neozelandés. Alonso levantó el pie porque en su memoria corporal y mental aún resonaba el susto con Lance Stroll hace dos años.

"Esto es entre nosotros"

Las escenas de Alonso y Lawson tras la carrera esprint son frecuentes, dos pilotos pidiéndose explicaciones o haciéndose reproches mutuos. No tanto, que las amenazas trasciendan, ya que podrían tener consecuencias graves con el reglamento en la mano. Como en el fútbol, se trata de material de vestuario que allí debe quedarse, defienden habitualmente los protagonistas. Lawson, sin embargo, lo sacó a relucir, mientras que Alonso le quitaba hierro. “Esto es entre nosotros”, así como acudió a una futilidad para explicar su maniobra en los entrenamientos.

"Es un deporte limpio, quizás porque tiene que serlo. Si un piloto es cruel conmigo, tengo dos soluciones: si mi coche tiene problemas, puedo esperar a que me supere y yo puedo ser cruel a cambio. De lo contrario, me contengo hasta el domingo siguiente", explicaba Alfonso de Portago sobre la etiqueta de otros tiempos, sin más fiscalización del comportamiento en pista que el de los propios protagonistas. Además de la confrontación cara a cara.

En el pasado, no se trataba solo de saldar cuentas en un deporte de riesgo, adrenalina y testosterona. Era cuestión de marcarse psicológicamente el territorio, de medirse, de preparar futuros encuentros, de dejar patente la contextura de cada cual. Sin comisarios, ni jueces, ni audiencias públicas con los miembros de cada equipo.

@f1moti Lauda's lesson to rookie Senna at the 1984 Monaco Qualy😊 Check-out our F1 fan store! Link in bio! @f1moti #f1#ayrtonsenna#nikilauda#monacogp#sennasempre#lauda#f1edit#senna♬ orijinal ses - f1moti

De Lauda a Senna, y de Senna a Schumacher

Lawson jugaba la carta del veterano frustrado, puesto en evidencia por el recién llegado. “Estaba muy molesto, no estoy seguro de por qué. Entiendo que tuvo una carrera bastante horrible, así que puedo entender por qué está molesto”. Alonso, la de quien había vivido una experiencia peligrosa en una maniobra similar. En el caso de Alonso, jugaban razones objetivas -el ejemplo de Buemi y el susto con Lance Stroll- y la casuística del veterano que pone en su sitio al recién llegado, bien para bajarle los humos, o bien para enseñarle las reglas del juego.

Como la bienvenida de Niki Lauda a Ayrton Senna en el Gran Premio de Mónaco de 1984. En su primera temporada en la Fórmula 1, el brasileño obstaculizó deliberadamente en los clasificatorios al austríaco, doble campeón del mundo. Cuando Lauda le pidió explicaciones, el recién llegado le respondió con una ´higa’. En la siguiente sesión, Lauda le esperó “a lo Portago”, y le frenó en seco en la vuelta rápida del brasileño. Cuando este pidió enfurecida explicación al austríaco, este le devolvió la ‘higa’. “Desde entonces no tuvimos problemas y hablábamos normalmente”, explicaba Lauda.

Fue luego el propio Senna quien se encargó de las lecciones a los recién llegados. Famoso fue el enfrentamiento físico con el norirlandés Eddie Irvine en Japón de 1991, tras una faena de este al desdoblarse, y donde llegaron a las manos en el paddock, cuando Senna fue a buscar a Irvine para ajustar cuentas.

Ayrton Senna también protagonizó varios episodios con jóvenes recién llegados a los que marcaba en corto. Pero a ninguno como Michael Schumacher, en el que presumía a su gran rival del futuro. Como en aquella parrilla de salida deMagny Cours 1992, cuando tras abandonar nada más comenzar la carrera y antes de su reanudación leyó la cartilla vestido de paisano al piloto alemán en la parrilla, delante de todo el mundo.

Schumacher no olvidó aquella humillación. A continuación, en Hockenheim tuvieron varios tomas y daca en la pista con provocaciones del alemán, hasta el punto de que después se enfrentaron directamente en el box de McLaren, cuyos mecánicos tuvieron que separar a ambos cuando Senna agarró por el cuello a Schumacher tras un forcejeo entre ambos. ¿Alonso y Lawson? Nada nuevo bajo el sol.

×