La lentitud de FIA privó a Pérez de celebrar su mejor victoria

El mexicano ganó magistralmente en Singapur. Debió esperar la confirmación, por más de dos horas, a raíz de una investigación de los comisarios por no mantener la distancia con el Safety Car. Verstappen tuvo una carrera accidentada y podría coronarse en Suzuka.   Las esperas son tediosas en todos los ámbitos. La burocracia de la justicia deportiva logra apagar la euforia y pasión que pueden generar las victorias más contundentes. Eso es lo que habrá sentido Sergio Pérez (Red Bull) al aguardar, durante más de dos horas, la confirmación de los comisarios que era el vencendor de Singapur.   Todo se originó en los dos Safety Car que salieron a pista por el incidente entre Zhou Guanyu (Alfa Romeo) y Nicholas Latifi (Williams) y el abandono de Yuki Tsunoda (AlphaTauri). El mexicano, quien lideraba desde la partida al ganarle muy bien la salida a Charles Leclerc (Ferrari), cometió la infracción de no mantener la distancia de ocho autos con respecto al coche de seguridad. Finalmente, tras una larga e injustificada espera, los comisarios lo penalizaron con cinco segundos y una advertencia. Su inscripción en la lista de ganadores en Marina Bay quedó firme.   La lentitud administrativa de la FIA nos conduce a olvidar lo que fue una carrera donde la lluvia, unas horas antes, hizo sus travesuras. Lo primero fue el retraso de una hora para desagotar el agua acumulada en varias curvas del circuito callejero. La segunda fue la definición del modo de salida -con semáforo o Safety Car-, mismo dilema que ocurrió en Mónaco. Y la tercera, estar expectantes de quiénes se llevarían bien con el piso húmedo en el intento de superación en un circuito que tendría inhabilitado el DRS en gran parte de la prueba.   Pérez le gana la cuerda a Leclerc y se queda con el liderazgo hasta el final. (Lionel Ng)   Pérez y Leclerc largaron muy bien. Sin embargo, el mexicano logró posicionar el Red Bull lo suficiente para que el radio de giro hacia la curva uno se convierta en un rebase por el exterior de la Ferrari y arrebatarle la primera posición. A partir de ese instante, Perez controlaría la carrera a su antojo.   Otro que aprovechó muy bien la partida fue Carlos Sainz (Ferrari). En el ingreso de la primera curva se encontraba a la par de Lewis Hamilton (Mercedes). El español tenía la cuerda y se impuso al británico que terminó saliéndose de pista. Aún así, el siete veces campeón, no bajó de la cuarta posición. Antes de completar el primer giro se había modificado el clasificador: Pérez bajó a Leclerc al segundo lugar y Sainz hizo lo propio con Hamilton al quitarle el tercer puesto.   La carrera fue muy accidentada. El piso húmedo y la mecánica fue cobrando sus víctimas: Zhou y Latifi colisionaron en la curva cuatro; Alex Albon (Williams) y Yuki Tsunoda (AlphaTauri) se despistaron en la curva diez; y los motores de los Alpine de Fernando Alonso y Esteban Ocon, literalmente, explotaron. Seis pilotos fuera de carrera. A esta lista de incidentes faltarían los roces y despistes, la mayoría producto de la falta de adherencia al salirse de la huella.   Pérez detrás del Safety Car. (Simon Galloway)   Pero el principal componente de emoción era adivinar quién sería el valiente que se jugaría por reemplazar las gomas intermedias por slicks. En la vuelta 22 apareció el piloto que haría de cobayo: George Russell. El británico, que largó desde boxes por cambios en la UP, desafió al piso semi seco y apostó por un juego de medios. El resultado fue una película de terror. El auto comenzó a derrapar a partir de la curva tres y perdió ritmo; el mensaje de Russell a su ingeniero era contundente: “¡No hay adherencia!”. Los equipos siguieron atentamente el derrotero del Mercedes número 63 y estiraron las detenciones hasta el giro 35; 13 vueltas más tarde de la parada del británico.   Fue en los pit stop que se definió la carrera. Ferrari se jugó a un undercut pero Leclerc entró muy exigido al box pasándose de las marcas del suelo para detenerse. Ese pequeño desfasaje le tomó un tiempo de 5.3s en el cambio de cubiertas, la jugada de Maranello se fue por la borda. Por más que el monegasco apretara el acelerador, Perez mantuvo el liderazgo tras pasar por boxes.   El último relanzamiento, tras el Safety Car ocasionado por Tsunoda, era la última esperanza de Leclerc para llevarse una carrera que estaba condenada a finalizar por tiempo. Durante seis vueltas, y con el DRS habilitado, presionó fuertemente al mexicano que reportó perdida de potencia. Si embargo, logró contener el ataque de la Ferrari hasta que Leclerc se pasó levemente en el giro de la curva 14, perdiendo el segundo de diferencia para usar el DRS. La carrera ya estaba definida.   Verstappen buscaba la cuarta posición de Norris y se pasó en la frenada de la curva siete. (Imagen TV DAZN)   El aviso de investigación a Pérez por no respetar la distancia del coche de seguridad fue un comodín que le cayó a Leclerc. Desde el box le pidieron que se mantuviera dentro de los cinco segundos de diferencia en caso de una penalización. Pero el Red Bull del mexicano comenzó a estirar la distancia y cruzó la meta con 7.595s de ventaja.   El resto de la historia, tras la bandera a cuadros, es una nueva obra maestra del horror de la FIA. Muchos se preguntan dónde quedó la idea del VAR de la Fórmula Uno y la batería de medidas para mejorar el trabajo de los comisarios y la Dirección de Carrera. Misterios sin resolver sobre viejos problemas.   Usted se estará preguntando que pasó con Max Verstappen. Simplemente tuvo un día para el olvido. El error cometido por Red Bull en la clasificación dejó secuelas en la carrera -incluso antes de largar-. Repasemos: Se despistó en la curva siete cuando se dirigía a la parrilla de salida, perdió tres posiciones al largar tardiamente y en el último relanzamiento buscó rebasar por el exterior a Lando Norris (McLaren) en el ingreso a la siete -la misma donde se despistó- pasándose en el frenaje y saliendo de pista. Conclusión: por buscar impacientemente la cuarta posición, y luego intentar sacarle el podio a Sainz, terminó séptimo.   El único consuelo para el actual campeón es que la próxima semana, en Suzuka, puede retener la corona si gana y obtiene el record de vuelta. Algo que, en un día inspirado, le sale a la perfección. ¿Alguien lo duda? 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