Queridos escépticos de la Fórmula 1: el piloto sí importa y Verstappen lo recordó en Brasil

https://images.ecestaticos.com/6nqJFEA8F07OGAFf-7qkMojutlE=/0x0:2272x1515/1600x900/filters:fill(white):format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fd8d%2F809%2Fe90%2Fd8d809e9063225b80817ace6f47c99bb.jpg

Existe un comentario recurrente para despreciar el valor del automovilismo como deporte. Eso de que el piloto no cuenta nada y que todo depende del coche. Es cierto que con un monoplaza malo no se puede ganar, pero es igual de verdad que se puede alcanzar la victoria sin pilotar el mejor coche. Eso es lo que está demostrando Max Verstappen esta temporada. Para los que les quedan dudas, que el pilotaje sigue siendo un factor clave de la ecuación del éxito, que revise de principio a fin el Gran Premio de Sao Paulo de 2024.

Igual que hemos criticado en fechas recientes en El Confidencial algunas carencias de Max Verstappen como gran campeón, es justo reconocer que la actuación del pasado domingo del actual campeón del mundo le equipara con los mejores de la historia. Es inútil hacer una comparación de SuperMax con los Fangio, Clark, Senna, Schumacher, Alonso o Hamilton y decir si es mejor que este o aquel. Cada piloto debe de ser medido acorde a las circunstancias de su época. Pero lo que sí parece claro, es que estamos ante el mejor piloto de la era actual.

El Red Bull es un buen coche, eso es indudable. Durante el primer tercio de la temporada puede que fuera incluso el mejor coche. Cosa que sucedió en temporadas pasadas. Pero desde hace meses es McLaren, y en ocasiones Ferrari e incluso Mercedes, los que mandan en la parrilla. Si Verstappen ha logrado mantener el colchón de ventaja obtenido al comienzo del campeonato, es porque ha suplido con su talento las carencias de su coche. Su más que probable cuarto título mundial, va a ser sin duda el que mayor valor le otorgue a su carrera.

Hablar de la suerte, como ha hecho Lando Norris para justificar su derrota y la victoria de su rival, resulta sonrojante. La neutralización de la carrera favoreció a Verstappen, vale, pero no hay que olvidar, que cuando esta llegó, el piloto de Red Bull había alcanzado al pelotón de cabeza a pesar de haber salido penúltimo en parrilla. ¿Quién puede asegurar que, una vez que los seis primeros hubieran pasado todos a cambiar neumáticos, hubiera ido pasando a todos uno a uno? Nunca lo sabremos, pero si hay un piloto que en Interlagos no dio un solo paso en falso en toda la carrera, ese fue Max.

Todas las ocasiones en las que se anticipaban dificultades para que Verstappen progresara en su remontada fueron fallando una detrás de otra. Cuando llegó a la altura de Fernando Alonso, de Lewis Hamilton, cuando llegó incluso a la altura de Oscar Piastri, el actual número 1 de la competición tomó muchos riesgos pero en ninguno de los casos perdió lo más mínimo la compostura. Daba la impresión de rodar con un detector de adherencias en su coche. Un auténtico prodigio de intuición y sensibilidad.

A medida que pasen los años, apuesten a que la exhibición de Brasil va a ser comparada con las victorias de Senna en Portugal 85 o Donnington 93, con la de Schumacher en 1996 en Barcelona, de la de Stewart en Nürburgring 68, o de Fangio en el mismo escenario en 1957. El pasado domingo, fue uno de esos días donde en la élite de la élite alguien asoma la cabeza por encima de todos.

Lando Norris y McLaren pasaron una mala noche de domingo. El equipo de Woking sabe de la dificultad de crear un coche ganador y este año lo tenían. Norris por su parte ha demostrado que es un gran piloto, pero que carece de la excepcionalidad para ganar un título. Puede que esta amarga experiencia le haga más fuerte en el futuro, pero a día de hoy deja claro para ellos que Max Verstappen es demasiado arroz para tan poco pollo. No es sólo haber blandeado (Fary dixit) en los cuerpos a cuerpo, es también fallar sin culpa de otros en los días clave.

Expectativas y realidades

¿Tiene McLaren tan buenos pilotos como creía? Es indiscutible que tanto Norris como Piastri son muy rápidos, pero el británico en carrera se desinfla. Esto es algo que ya se percibió en la época en que compartió equipo con Carlos Sainz. En la clasificación estaban muy parejos, pero en carrera el español solía mostrar más solidez. Por su parte, Piastri apuntaba muy alto, al equipararse al poco de su debut con su ilustre compañero de equipo, pero su irregularidad demuestra que, de momento, su esperada progresión no se ha materializado.

Es lógica la inquietud de Red Bull ante el escenario de perder de forma consecutiva a Adrian Newey y a Max Verstappen. Ahí es nada, el mejor director técnico y el mejor piloto. El neerlandés de momento parece que como mínimo estará una temporada más en el equipo con sede en Milton Keynes, pero cubrir su hueco va a ser muy difícil. Las prisas que parecen tener para sustituir a Checo Pérez por Franco Colapinto y la presión a Liam Lawson para que dé resultados hace obvia esta preocupación.

Javier Rubio

Christian Horner se la ha tenido que envainar una y mil veces con las insolencias y faltas de respeto de SuperMax. Pero Horner, aunque tiene soberbia para dar a tomar y regalar, es también alguien lo suficientemente inteligente como para saber que ese amazing que le salió del alma al final de carrera, es la aceptación de que la llave del éxito de su equipo la tiene el neerlandés. Por supuesto Red Bull ha demostró una vez mas ser el equipo perfecto en estrategias y en paradas en boxes a diferencia de los pequeños fallos de McLaren.

Checo Pérez sabe de sobra en sus propias carnes, que medirse al mejor piloto de la actualidad requiere de tu mejor versión. Pero la lección del mexicano es extensible al resto de la parrilla. O lo hacen todo bien y a su nivel mas alto o lo van a tener complicado siempre con Verstappen. Lo pasarán mal mientras su coche no esté a más de dos o tres décimas del mejor de la parrilla, sea el Red Bull ahora o el Mercedes o el Aston Martin en el futuro. El piloto en las carreras, que nadie dude que sigue importando y mucho.

×