Se llama competir, amigo: cómo las sanciones se están cargando la temporada de Fórmula 1

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"Yo no opino de nacionalidades, opino más de consistencias, inconsistencias...". Carlos Sainz fue preguntado por las acciones en pista con Oscar Piastri al terminar la carrera. Mejor que no hubiera habido un micrófono cerca cuando se hizo pública la sanción de 5 segundos y un punto de carnet, las razones para la misma, y su argumentación.

El Gran Premio de Miami ejerció de gran pantalla parabólica para visualizar la incoherencia e inconsistencia del criterio sancionador de los comisarios de Fórmula 1. "Pasa en cualquier deporte, cuando vemos fútbol en televisión, dependiendo del equipo que sea, es tarjeta amarilla o tarjeta roja, o no es ni tan siquiera falta", recordaba Fernando Alonso el pasado jueves.

Efectivamente, el juicio humano es variable por su propia naturaleza, aunque nada como los ejemplos extremos proporcionados por el pasado gran premio. El caso de Sainz y Piastri ilustraba tan absurda situación, sorprendiendo que dos acciones similares merecieran tan distintos criterios en cuestión de segundos. Por no hablar de Lewis Hamiltony su fenomenal zambullida de piscina en la carrera sprint del sábado.

"Una pugna dura, pero buena"... Y con sanción

Quizás Fernando Alonso tenga razones suficientes para acudir a la matrícula española como agravante para los diferentes comisarios de carrera. Un criterio que podría caer en el riesgo de considerarse entre subjetivo y emocional, y Sainz no quiso entrar a dicho trapo. Tenía argumentos de sobra tras su duelo con Piastri, incluso antes de conocer su sanción. "Hoy, por alguna razón, nos han dejado luchar más de lo normal, y he tomado nota", declaraba ingenuamente el madrileño antes de conocer su sanción.

Los comisarios de la FIA aplican frecuentemente una aséptica interpretación de las maniobras con los monoplazas más rápidos del mundo. La sanción al madrileño es un ejemplo: "El coche 55 frenó tarde, no alcanzó el vértice, y en el proceso perdió la parte trasera, con la consiguiente colisión", se lee en la resolución: "Aunque el coche 81 estaba intentando girar para contrarrestar el intento de adelantamiento, el coche 81 le dio suficiente espacio al coche 55". Eso sí, en la dura frenada tras la recta más larga del circuito…

En multitud de ocasiones, los comisarios juegan al VAR con una insólita falta de comprensión de la realidad de un monoplaza de Fórmula 1 en momentos límite. Pero el fundamento último daba ya para la carcajada. "Como factores atenuantes, el hecho de que, de no ser por la ligera pérdida de control de la parte trasera por parte del coche 55, la colisión probablemente no habría ocurrido y habría sido una pugna dura, pero buena".

Es decir, genuina competición y lucha en pista, sin considerar intencionalidad dolosa, pero sancionada no tanto por la intención como por un aleatorio contacto de centímetros entre monoplazas. Si no hubiera existido, magnífico adelantamiento. Si al límite de frenada y adherencia se descoloca ligeramente el eje trasero, al calabozo.

Aunque risible en su lógica, tal criterio hubiera sido coherente si Piastri hubiera sido sancionado previamente con esa misma vara de medir. Superado por Sainz, el australiano le sacó literalmente de la pista, golpeando su neumático trasero contra el del Ferrari.

Al no dañar ninguna parte sensible del monoplaza italiano, Piastri ni fue investigado, ante el evidente enfado de Sainz. Es decir, aparentemente la sanción dependía de consecuencias aleatorias con un monoplaza al límite, no del comportamiento de quien lo maneja, tanto al ataque como en la defensa.

Quizás el caso de Fernando Alonso en Australia en su duelo con Russell fue más flagrante y paradigmático de semejante criterio. "Si no hubiera tenido el accidente (Russell), ni se hubiera investigado", señalaría el español más tarde. El asturiano rodaba con más de un coche de ventaja sobre Russell, quien incluso reconoció su responsabilidad en el accidente al terminar la carrera. De nuevo, como en la doctrina del accidente de Sainz, según la consecuencia, así la sanción.

El incomprensible ejemplo de Hamilton

Miami ofreció otro flagrante ejemplo de la incoherente praxis de los comisarios de la FIA. El británico cometió un monumental error de cálculo que convirtió en peonzas a tres monoplazas, arruinando la carrera de los dos Aston Martin. La alocada maniobra de Hamiltonel sábado ni siquiera fue investigada, lo que resultaba insólito en el marco de los paranoicos cánones intervencionistas actuales.

Los comisarios tuvieron, eso sí, la enorme fortuna de que Sergio Pérez no tocara a nadie en su fenomenal bomba de la primera curva en el gran premio. Porque se habrían visto en un brete para sancionar una maniobra similar que el día anterior ni siquiera había sido investigada. Y dejarla pasar hubiera resultado indecente.

Por recordar otro ejemplo reciente de incoherencia, Sainz fue sancionado en Australia 2023 con cinco segundos por tocar a Alonso al llegar ligeramente pasado a la primera curva, lo que le supuso caer al duodécimo puesto final.

La Fórmula 1 vive inmersa en una paranoica fiscalización, armados los comisarios con un reglamento obsesivo por analizar con bisturí de burócrata cada maniobra. Como fue el caso con Alonso en Shanghái, con Sainz, quien luego quedó indemne cuando desplazó a Leclerc fuera de la pista, contacto incluido. Los mismos jueces que sentenciaron al asturiano silbaron con el madrileño.

Intervencionismo e inconsistencia de criterio están asfixiando a la Fórmula 1 y a sus protagonistas, que han caído además en el victimismo constante por la radio para explotar tal contexto. Carlos Sainz fue la víctima perfecta en Miami para ilustrar semejante veneno para la Fórmula 1.

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