La profunda crisis que vive Volkswagen no es de ahora, un caos que trasciende los coches eléctricos

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La producción en Volkswagen se verá afectada si alta dirección y empleados no se ponen de acuerdo.Volkswagen

Volkswagen tiene serios problemas internos. El gigante alemán no encuentra salida a una crisis que viene arrastrando desde los últimos dos años, pero que se está haciendo notar ahora. El tremendo desafío de liderar el mercado de los coches eléctricos ha sido una de las gotas que ha colmado el gran vaso que es el gigante de Wolfsburgo.

Volkswagen ha estado dos años incubando la gran crisis interna en la que se halla profundamente sumida, apareciendo ahora las consecuencias. Los más altos cargos del gigante alemán lo sabían y han tardado en presentar un plan de ahorro que hace aguas a la hora de rebajar al máximo posible unos elevados costes fijos que se llevan gran parte de los beneficios obtenidos en todas las áreas de la empresa.

Aunque las partidas para el desarrollo de nuevos modelos y tecnologías están a salvo, eso no quiere decir que a largo plazo se vean afectadas. El gigante alemán se propuso un tremendo desafío bajo la era de Herbert Diess, el de liderar el mercado de los coches eléctricos de volumen, comenzando a aflorar los primeros problemas. Volkswagen se ha gastado miles de millones de euros en desarrollar un «cerebro» para sus futuros eléctricos que se está testando en versiones beta en las últimas novedades de combustión.

Vista general de la central de Volkswagen en Wolfsburgo, la única sobre la que no planea cierre.

Los coches eléctricos son sólo una parte del problema de Volkswagen

Nada hacía presagiar que, a pesar de que el interés por los coches eléctricos no era tan elevado, estos iban a desplazar por completo a los diésel para después caer en picado. Pero la baja demanda de coches de cero emisiones no es del todo, ni la única responsable de que hoy Volkswagen se esté planteando el cierre de fábricas en Alemania y de despedir a un elevado número de empleados de los 120.000 que forman sus plantillas.

El gran problema que tiene el fabricante se encuentra en la estructura organizativa de la empresa, con cientos de departamentos, consejos de supervisión, administrativos, de motores y de producción por cada modelos. Secciones multiplicadas a lo grande que es cosa de todas las marcas del grupo, lo que significa una carga de empleados más grande que la que está en las fábricas.

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Las marcas chinas al acecho de las decisiones en Volkswagen

Thomas Schäfer ya sabe que hay una línea roja encima de la mesa, y que difícilmente se traspasará: el despido de empleados. El mandatario se comprometió a no despedir antes de 2029, por lo que está condenado a entenderse con los sindicatos. Una de las posibles soluciones pasa por implementar una jornada de cuatro días de trabajo en las plantas de Volkswagen, pero una vez más el problema viene de más arriba.

Las indemnizaciones por despidos en las fábricas son una minucia comparadas con los millonarios sueldos de los altos cargos, pero es ahí donde se rebajan los costes de verdad. Eso o dejar de apostar por los coches eléctricos y software que se han convertido en verdaderos imposibles. Un conjunto de problemas que no es el peor de todos, sino el de las marcas chinas que se aprovecharán de alguna forma, de la flaqueza de Volkswagen, para superarla en su propio dominio.

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