Max Verstappen molesta

Max Verstappen, un campeón que va contracorriente en la Fórmula 1.

El neerlandés es uno de los pilotos más examinados de la Fórmula 1. Su rendimiento deportivo deja pocas opciones a la crítica, pero su carácter políticamente incorrecto y su agresividad al volante son sumamente atractivos para los opinadores.

No corren buenos tiempos para el que hasta hace pocas semanas ha sido el dominador absoluto de la Fórmula 1. Max Verstappen ha tenido tiempo de recuperarse de la durísima temporada 2021 gracias al buen hacer de Red Bull, pero eso ya se ha acabado y toca arremangarse de nuevo.

Y, coincidiendo con sus dificultades deportivas a consecuencia de la recuperación de Mercedes y, sobre todo, McLaren, el lobby británico y la caterva de críticos han irrumpido con fuerza tras dos años de letargo. Unas pocas semanas y algunas polémicas han bastado para constatar, una vez más, que Max Verstappen molesta.

La paja en el ojo ajeno, la viga en el propio

Es muy común en el deporte, y en la vida, que un mismo acto es juzgado de manera distinta en función de quién sea el autor. Esto ha quedado demostrado múltiples veces a lo largo de la historia de la Fórmula 1, una disciplina muy dada a este tipo de proceder por parte de jueces, prensa y afición.

Esto le ocurre a Max Verstappen, que cada vez que se pasa de frenada en un intento de adelantamiento o discute con su ingeniero por radio, es criticado con dureza. Cabe preguntarse por qué acciones que ocurren de forma muy habitual a lo largo y ancho de la parrilla, en el caso del neerlandés, se magnifican hasta convertirse en asunto casi de estado, incluso hasta el punto de proponerse modificaciones reglamentarias.

Lo cierto es que Max Verstappen siempre ha sido un piloto agresivo y que no rehúye el cuerpo a cuerpo. En ocasiones comete errores, como el de Austria con Lando Norris. O como el de Hungría con Lewis Hamilton.

La Fórmula 1 es una disciplina con una enorme influencia británica. Y eso se hace notar en los medios de comunicación.

Pero estos y otros muchos pilotos los han cometido igualmente sin que ello haya pasado de anécdota. ¿Ejemplos recientes? Fernando Alonso golpeando a Guanyu Zhou en Austria 2024 o Lewis Hamilton impactando con su propio compañero de equipo en Qatar 2023.

El mismo Lewis Hamilton que, como Fernando Alonso y muchos otros, no duda en ser crítico o incluso hiriente por radio cuando las cosas no van como él querría en una carrera. Ese que, tras el intercambio de palabras entre Max Verstappen y Gianpiero Lambiasse, su ingeniero, en Hungría, no ha dudado en aleccionar al neerlandés sobre cómo debe comportarse un campeón del mundo.

«Tienes que ser un líder de equipo, un miembro del equipo», afirma el heptacampeón. «Tal vez no un líder, pero recuerda siempre que eres compañero de equipo de mucha gente. Tienes que actuar como un campeón del mundo».

Incluso, al ser preguntado cómo debía comportarse un campeón exactamente, el mismo Hamilton que tanto se queja de las estrategias o de las decisiones de su equipo por radio —es decir, lo mismo que Verstappen—, soltó un contundente: «No como lo fue el fin de semana pasado», en referencia a Max Verstappen.

Lo cierto es que entre ambos campeones hay una historia que va más allá de la rivalidad deportiva. La temporada 2021 quedó marcada por un duelo tan intenso que traspasó todas las barreras para convertirse en una cuestión personal. No sólo entre Verstappen y Hamilton, sino también entre Red Bull y Mercedes.

Pero, como suele ocurrir, especialmente cuando un piloto no británico desafía el poder establecido en la pista y en los micrófonos (Fernando Alonso, Max Verstappen), acciones similares se juzgan de forma muy distinta.

El propio Lewis Hamilton protagoniza algunos ejemplos. Silverstone 2021 y aquel accidente que provocó problemas de visión recurrentes en Max Verstappen, o Monza ese mismo año, cuando se cargaron todas las tintas contra el neerlandés en una maniobra muy cuestionable por parte de su rival. También la pasada de frenada del propio Hamilton este año en la carrera Sprint de Miami, cuando se llevó por delante a los dos Aston Martin.

En cambio, en situaciones como la de Austria de este año, en la que Verstappen simplemente comete un error de juicio al arrimarse en exceso a Lando Norris (ni le echa de pista ni nada similar). O la de Hungaroring, especialmente curiosa.

En esta, Hamilton modifica su trayectoria en frenada, aproximándose hacia Verstappen y el interior de la curva. Mientras, Max Verstappen se hace un recto, pero la colisión sólo se produce porque Hamilton, en lugar de esperar a que el neerlandés pase, sigue girando como si su oponente no estuviera.

La realidad es que dicha maniobra, de no haberse producido el toque tras el giro de volante de Hamilton, habría sido una pasada de frenada más. Similar a las que protagonizó Lando Norris en Austria antes de tocarse con Verstappen. En aquella ocasión, nadie le prestó mayor importancia a las atrevidas —y fallidas— maniobras del inglés.

Verstappen vive en una simulación

Pero las acciones de Max Verstappen en los circuitos, ya sea con un volante en sus manos o con un micrófono delante, no son lo único susceptible de ser criticado.

El piloto neerlandés es uno de los muchos pilotos profesionales que combina su actividad en el mundo real con la competición en simuladores. No es algo nuevo, ni en él ni en otros. Pero, curiosamente, ahora que no gana tanto como antes, se ha convertido en un problema para algunos. La razón de sus problemas para seguir ganando.

Que Max Verstappen compitiera en simuladores hasta altas horas de la madrugada no pasó de anécdota mientras se hartaba de ganar carreras. Ahora la cosa cambia y, después de Hungaroring, comenzó a ser criticado por ello.

«Sí, estuve en el simulador hasta las tres de la mañana», confirmaba Max Verstappen al ser cuestionado por ello. «No es algo nuevo y para mí es algo muy importante en mi vida. Ahora no hay otras carreras por venir, así que no hay necesidad de preocuparse por eso».

«Siempre hay cosas que inventar para tener temas de discusión cuando no ganas una carrera. Pero en Imola gané tanto el Sprint como el GP, así que no es nada nuevo para mí. Lo llevo haciendo desde 2015. He ganado tres campeonatos del mundo, creo que sé bastante bien lo que puedo y lo que no puedo hacer», argumentaba Max Verstappen.

«Siempre soy muy estricto conmigo mismo, sobre lo que se puede y lo que no se puede hacer. Así que, con toda la experiencia que tengo en la F1, creo que sé lo que puedo hacer. Lo hablamos y le dije al equipo que no tenían que preocuparse», amplió, negando a continuación las informaciones que afirman que Red Bull ha vetado estas prácticas.

«No hay prohibición, simplemente no hay otras carreras programadas. Ciertamente, no les digo a los demás lo que tienen que hacer en su tiempo libre y lo mismo ocurre conmigo», zanjó.

Lo cierto es que Max Verstappen molesta en la Fórmula 1. No por su nacionalidad, como acostumbra a decir Fernando Alonso, o por el hecho de vencer a los pilotos británicos.

Fernando Alonso y Max Verstappen, los chicos 'malos' de la Fórmula 1.

Molesta principalmente porque dice lo que piensa en una sociedad que no lleva bien que haya individuos que se salgan de lo convencional o que vayan contracorriente a la hora de opinar. También molesta porque no se pliega a los deseos del lobby británico y porque, en esencia, no le da a la prensa dominante lo que quiere. Una prensa que crea y dirige corrientes de opinión.

Cuando un piloto así irrumpe en escena, deja de tener bula y cualquier error o acción no convencional se hace notar y se magnifica. Una misma acción, por ejemplo un intento de adelantamiento excesivamente optimista o una queja formulada por radio se condena.

«Si a la gente no le gusta mi forma de hablar, entonces que no escuchen y bajen el volumen». Esta ha sido la respuesta del tricampeón del mundo a las críticas tras sus conversaciones por radio con su ingeniero en Hungaroring. Además, es el ejemplo perfecto de por qué Max Verstappen molesta.

Max Verstappen y Fernando Alonso son muy parecidos en la forma de afrontar su relación con la prensa y hacer frente a las críticas. No siempre tienen razón, pero ambos garantizan honestidad y sinceridad.

Quizá esa es la razón por la que ambos se respetan tanto, y por la que tanto uno como otro resultan tan irritantes en la Fórmula 1 y a determinados sectores. Pilotos que molestan a quienes tienen el poder. Y a los que se dejan arrastrar por ellos.

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