Toyota WiLL Vi: uno de los más peculiares y desconocidos

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A principios de los años 2000, cuando la industria automotriz japonesa priorizaba la eficiencia y la practicidad, el Toyota WiLL Vi irrumpió como un experimento audaz dirigido a conductores jóvenes que se movieran en entornos urbanos y que buscaran algo diferente. Este modelo parte del proyecto WiLL, una colaboración entre Toyota, Panasonic, Asahi Breweries y otras empresas. Nació como un modelo con diseño retro-futurista y un gran enfoque en la personalización, desafiando las normas establecidas.

Lo primero que llama la atención es esa estética que evocaba los autos europeos de los años 60, pero con un toque decididamente japonés. El WiLL Vi (abreviatura de «Vehicle Individual») llamaba la atención por su frontal plano, faros redondos y una silueta compacta casi de caricatura. No aparecía el logotipo de Toyota por ningún sitio, así que muchos usuarios dudaban a la hora de identificarlo. Tampoco fue problema, apenas estuvo a la venta un par de años con un bajo volumen de producción en su Japón natal…

Su carrocería de solo 3,8 metros de largo lo situaba entre los kei cars y los utilitarios urbanos. Era más su estilo único el que lo hacían destacar en las calles de Tokio. Los faros, las cuatro puertas y, sobre todo, la luneta partida fueron sus señas de identidad. El interior, aunque sencillo en equipamiento, ofrecía detalles atrevidos, como asientos con estampados coloridos y combinaciones de materiales poco convencionales.

Su gama mecánica estaba formada por el motor 2NZ-FE que había sido tomado del Toyota Yaris, con el que compartía plataforma. Este bloque de cuatro cilindros con 1.3 litros y 16 válvulas ofrecía una potencia de 88 CV, suficiente para moverlo con garantía. Iba ligado a una transmisión automática de cuatro velocidades y conseguía consumos bastante reducidos.

El Toyota WiLL Vi fue concebido como parte de una estrategia de marketing para atraer a consumidores jóvenes mediante productos fuera de lo común. Aunque logró cierto reconocimiento en círculos de diseño y cultura urbana, sus ventas no alcanzaron las expectativas. Solo se produjo entre 2000 y 2001, con unas 16.000 unidades vendidas, lo que lo convierte en una rareza incluso en el país del que es originario.

Hoy, el WiLL Vi es un modelo buscado por coleccionistas de JDM (Japanese Domestic Market) y amantes de los diseños excéntricos. Su rareza y su estética única lo han revalorizado, especialmente en Japón y entre entusiastas de todo el mundo. A pesar de no haber sido un éxito en ventas, su espíritu innovador y su diseño inolvidable lo han convertido en un símbolo de la marca. Una muestra del valor de la originalidad sobre lo convencional.

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