Márquez solo tiene una cruz

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Antes de empezar el año, Marc Márquez decidió guiarse por los resultados que dictó la pretemporada. El invierno dejaba a dos aspirantes destacados en MotoGP (Álex completaba la ecuación) y de nuevo, una Ducati superior con la que brillaban los favoritos. Una condición de la que nunca rehuyó el octocampeón, aunque siempre miraba y señalaba hacia el otro lado del box. El recién llegado al equipo oficial delegaba responsabilidades en un Pecco Bagnaia, que había dominado dos de los tres últimos cursos y que además conocía la Desmosedici a la perfección. Pero al mismo tiempo sabía que vestir de rojo, le exigía su mejor versión. Y la sacó desde el primer momento, plantando cara al piloto que había llevado la voz cantante en Borgo Panigale.

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