Checo Pérez y la diferencia que hay entre despedirte tú o que te despidan de Red Bull

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Lo del despido de Checo Pérez de Red Bull es algo digno de ser estudiado en las escuelas de negocios como ejemplo de lo que no se debe hacer a nivel de gestión. No tiene de entrada ningún sentido renovar por dos años a un piloto al que apenas unos meses después haces todo por despedirle. Pero hay muchas más cosas que chirrían en esta cadena de errores. Nunca sabremos quizá la realidad de la historia, pero lo que es evidente es que podría haberse gestionado mucho mejor.

Es posible que Checo Pérez desde hace tiempo se haya acomodado y su rendimiento esté muy lejos de lo que resulta exigible en un puesto como el suyo. Es posible también que Red Bull, atendiendo a intereses bastardos, perjudique deliberadamente a un piloto. Es difícil, en definitiva, saber donde está la verdad, pero vista la cadena de acontecimientos, a quien habría que despedir es a Christian Horner como jefe de equipo y a Helmut Marko como asesor de la compañía de bebidas energéticas. Tanto monta, monta tanto, la cosa se ha ido de las manos por culpa exclusivamente suya.

Más allá de una decisión natural de un equipo, que es la de tratar de contar en todo momento con los mejores pilotos, lo que no es de recibo es castigar a Checo Pérez porque su pecado haya sido buscarse un buen abogado con Julian Jakobi. Si resulta que lo que has firmado te ata de pies y manos, incluso en el caso de mal rendimiento de un piloto, haber gestionado mejor ese contrato. Lo que no es de recibo es hacer mobbing a un piloto jugando con su reputación si la jugada no te ha salido como esperabas.

Porque hay que decir las cosas claras, lo que han hecho estos dos últimos meses tanto Christian Horner comoHelmut Marko con Checo Pérez está muy feo. Entre las declaraciones de ellos y lo que dicen las terminales mediáticas a su servicio han intentado por todos los medios que Checo hinque la rodilla y anuncie su salida de Red Bull por voluntad propia. Y resulta que no. Checo y su representante han defendido su contrato hasta la última letra. Contract is contract suelen decir en el paddock cuando las situaciones, aunque injustas, les favorecen. Pues aquí es lo mismo, pero al revés.

Nada es casual

El piloto de siempre es el eslabón débil en este deporte. A lo largo de la historia, los casos en los que te bajan de un coche por cuestiones que nada tienen que ver con lo deportivo son innumerables. Y por eso es normal que un piloto se proteja ante todo tipo de eventualidades. Más aún en un equipo con la trayectoria de Red Bull. Sebastian Vettelfue humillado en su despedida por Daniel Ricciardo.

Pierre Gasly y Alex Albon, al igual que Checo, fueron despedidos del equipo por bajo rendimiento. Y resulta que todos, una vez fuera del equipo, demuestran no ser tan malos como parecían. ¿Casualidad? No, las casualidades no existen y en Fórmula 1 menos.

'Checo' Pérez, junto a Max Verstappen. (EFE/Mario Guzmán)

Max Verstappen es unfenómeno indiscutible, uno de los mejores de la historia. Solamente un ciego puede cuestionar esto. Pero alguna vez habrá que empezar a hablar del elefante en la habitación de Red Bull. Hace apenas unas carreras, Pierre Gasly, ese piloto que parecía un paquete al lado de SuperMax, le batía en clasificación a bordo de un Alpine.

Extraño cuando menos, a tenor de la diferencia abismal que tenían cuando -teóricamente- compartían el mismo coche. Es un patrón que se repite una y otra vez. Los pilotos fuera de Red Bull, a bordo de coches peores, florecen de forma sorprendente. Pero a la hora de hacer mal las cosas, el propio Checo Pérez y su entorno también son algo responsables directa o indirectamente de lo sucedido.

El error desde México

Más allá de la culpa que haya podido tener en su insostenible falta de rendimiento, a nivel de comunicación no se puede defender, como han hecho desde hace meses, un discurso triunfalista. Es muy contraproducente hablar de futuro brillante y asegurado cuando el rendimiento en pista es tan pobre por decirlo suave. Antonio Pérez, padre de Checo, que es una persona a la que aprecio, hasta hace dos días tachaba de mentirosos a todos los periodistas que anticipaban lo que finalmente ha ocurrido. ¿Y ahora qué? Habría que decir.

Es absolutamente lógico que una buena parte de la prensa defienda desde una óptica nacional a sus pilotos. Lo hacen todos los países. Pero esto también es una circunstancia que se puede volver en contra del piloto. Desde México, por ejemplo, se ha defendido la continuidad de Checo Pérez con argumentos comerciales acerca de lo mucho que pagan sus patrocinadores, de los intereses de Red Bull o su futuro motorista Ford en el mercado mexicano. No se daban cuenta en su ardor defensivo que lo que estaban diciendo es que Checo era un piloto de pago, como se dice de forma despectiva.

Un final muy deslucido

Si Checo ha logrado lo que ha logrado es porque tiene talento a raudales. Otra cosa es que, como ha pasado con Daniel Ricciardo, ese talento con el paso de los años se haya ido disipando. Como nos enseñaba la película Rocky, el dinero, las obligaciones familiares, las ocupaciones extradeportivas o el cansancio mental te quitan la mirada del tigre y estás acabado. No sabemos si es el caso, pero si desde el propio entorno de Checo se dice que no hay plan B, que esto significa el fin, lo que viene a decirnos es que Pérez cada día estaba más alejado de su mejor versión.

Pero con todos estos antecedentes, Christian Horner tenía que haberlo gestionado todo de forma muy diferente. Las dudas acerca de la lealtad del equipo para dar a sus dos pilotos las mismas armas, lejos de disiparlas, no ha hecho sino aumentarlas. Las dos últimas carreras de la temporada han venido a dejar claro lo fácil que es hoy día perjudicar deliberadamente a un piloto sin que este pueda hacer nada por evitarlo. A ese campo de minas es al que lanzan a Liam Lawson, un piloto, que a pesar de haber estado por debajo de Yuki Tsunoda, ha sido el piloto promocionado desde el equipo filial.

Javier Rubio

Lewis Hamilton puede ir tranquilo a Ferrari después de ver como se han portado con Carlos Sainz. Las formas de los italianos es verdad que no fueron las mejores para despedir al madrileño, pero hay que ser justos y reconocer que Frederic Vasseur le ha proporcionado hasta la última carrera las mismas armas que a Charles Leclerc. Y tenía facilísimo no haberlo hecho, ojo. Es posible también que Carlos haya puesto en rendimiento y compromiso de trabajo mucho más que lo que ha hecho Checo en Red Bull, pero no cambia el asunto de fondo: Ferrari ahora es un equipo de fiar y Red Bull, no.

Los daños colaterales de esta nefasta gestión del relevo de un piloto de un equipo aún están por ver. Pobre Liam Lawson, como de repente deje de ser interesante para los intereses futuros de Red Bull en función de lo que decida hacer Max Verstappen. Hay muchas lecciones que aprender desde luego para todos los implicados en esta historia, pero quizá más aún, como aviso a navegantes para todos los que se adentran en el estanque de los tiburones.

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