El rugido en contra desde México que a Liam Lawson le importará un pimiento

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“A lo largo de los años, las cosas siempre fueron difíciles. Como las llamadas de teléfono, sabías que nueve de cada diez veces no iba a ser una buena llamada. Todas esas cosas te preparan para la presión”. Si de presión se trata, los milibares se disparan en torno a Liam Lawson tras el Gran Premio de Australia. El rugido de las redes sociales desde México tras su desafortunado debut se escucharía hasta en las antípodas.

“No hay otra categoría con tanta presión, con tantos ojos puestos en ella como en la Fórmula 1. Podrías participar en cualquier campeonato, pero si no lo has experimentado, es un shock llegar a la Fórmula 1”. Y eso que el neozelandés aún no había debutado con Red Bull.

Horner y Marko le priorizaban sobre Yuki Tsunoda para sustituir a Sergio Pérez por su resiliencia para la adversidad y la presión, pero Lawson necesitará ahora todas sus capacidades tras su calamitoso debut, mientras que el nipón protagonizó un espectacular fin de semana solo arruinado por la errónea estrategia final de su equipo.

Las comparaciones jugaron así en contra de Lawson, colocándose en el disparadero de la opinión pública. “Ya he estado en estas situaciones antes”, respondía el neozelandés. De hecho, sus padres todavía no tienen casa propia por su culpa.

Un desastre para empezar

Con aires de suficiencia y cierta aspereza de carácter, a Lawson se le espera con la escopeta cargada. Su objetivo desde que sustituyera a Daniel Ricciardo en Zandvoort 2023 ha sido convencer a los jefes de que merecía un puesto junto a Verstappen. Su arranque en Albert Park dió argumentos a quienes le cuestionaban no merecer de ese asiento.

Lawson acabó contra el muro en la carrera y en el Q1 el sábado (DPPIAFP7)

El neozelandés solo contaba con cero experiencia en esta pista. Para colmo, un problema de motor le dejó inédito en los libres 3. Lawson salió vendido a los clasificatorios. Ni siquiera llegó al Q2. En el último sector, se salió tras cocer sus neumáticos en un derrapaje. Lo peor aún estaba por llegar.

Red Bull decidió jugar a la contra y modificar sus reglajes para una carrera en mojado, por lo que salió de boxes. En una pista de asfalto cambiante, no dio pie con bola. A punto estuvo de llevarse un McLaren por delante cuando era doblado. Como suele ocurrir, se arriesga cuando todo está perdido. El neozelandés se quedó en la pista con neumático liso a la espera de que escampara. En la vuelta 47 terminó contra las protecciones. Fin de semana ‘horribilis” total.

"¡Dios mío! Es real"

La percepción es todo en la Fórmula 1. La complejidad de factores que determinan un resultado no siempre alcanza al gran publico, que solo mide el resultado. Si como apuntaba Lawson, nueve carreras no importan ante un fracaso, el Gran Premio de Australia le han puesto a remar contra el viento. Otro error en China y faltará oxígeno nada más para llegar. Sobre todo, en el mismo monoplaza que Max Verstappen. Horner y Marko lo sabían y por ello le eligieron. Cuestión de carácter.

En una reciente conversación en las redes sociales con Max Verstappen, el neozelandés se quejaba de los mensajes que le conceptuaban como un piloto privilegiado y de familia adinerada. “Es todo lo contrario”, lamentaba. Fiel a su personalidad, el holandés le aconsejaba que los mandara a freír espárragos.

Los padres de Lawson, Jared y Kristy, contaban cómo resultaba para ellos surrealista la visión que tuvieron en las calles Melbourne: “íbamos paseando cuando pasamos por un 7-Eleven, había un póster enorme de Liam, de Max y Liam con cara de toro, y pensé: '¡Dios mío, es real!”, contaba el padre. Era el fruto de años de sacrificio. También, la hora de la verdad.

Nadie en la familia de Lawson provenía de las carreras. A los siete años empezó a competir en karts. Hace poco, el padre recordaba un proyecto escolar en el que Liam, con solo seis años, dibujaba su futuro como un piloto de F1. "Si lo piensas demasiado, te deja alucinado" recuerda. El día que su padre le compró un motor nuevo empezó a ganar carreras en los karts, y desde entonces la economía familiar se dedicó a su trayectoria. Vendieron la casa para financiar su carrera y, como el propio Liam reconoce, aún no tienen una en propiedad desde entonces.

De aquí que ascender a la Fórmula 1 y Red Bull desde un pequeño pueblo de Nueva Zelanda haya requerido un carácter duramente forjado. Europa, Asia, Japón, F4, F3, Fórmula 2, DTM… El neozelandés ganó en su debut en estos dos últimos campeonatos y también en el Super Fórmula japonés. Pocos pueden presumir de semejante exhibición de talento. En la Fórmula 1, golpe de realidad.

"Era horrible en aquel entonces"

CuandoDaniel Ricciardo se rompió la mano en Zandvoort 2023, voló de urgencia para sustituirle, aprendiéndose el volante de memoria durante el camino. En la carrera rodó durante muchas vueltas con el tubo de beber metido accidentalmente en la nariz, nunca había usado antes el dispositivo. Con precaria experiencia, corrió cinco carreras y aguantó el tipo con Tsunoda, incluso puntuando en Singapur.

Red Bull le lanzó al ruedo en 2024 de seis pruebas para tantearle como sustituto de Pérez. “La primera vez que hablé con él fue con sus gritos”, recordaba por aquel duelo de Austin con Alonso. Lawson no estaba para bromas. En la siguiente, sacó el dedo a Pérez. “Mi padre me llamó después de la carrera y me dijo: «Por Dios, Liam, es la segunda vez que lo haces. Me recordó que la otra vez fue cuando tenía unos doce años”. La presión. “Es algo que no volveré a hacer”.

El reciente de Australia es un capítulo más en la vida de Liam Lawson. Contra corriente. “Tenía 16 años cuando me uní por primera vez a Red Bull. Viví aquellos años siendo muy joven, no me gustaban aquellos momentos”. El neozelandés recordaba “la presión extrema, la sensación de que, cada vez que te subías al coche, un error o una mala carrera podía costarte todo. Era la presión que Marko nos imponía, y era horrible en aquel entonces”. Por ello, Liam Lawson acompaña hoy a Max Verstappen, y las próximas carreras confirmarán de qué aleación está forjado su carácter.

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