
La enorme dificultad de sorprender en la F1 convierte la competición en El Día de la Marmota
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Hoy a las 12:00 AM
Es un patrón que vemos repetido de forma recurrente estos últimos años. Los cambios del orden establecido en la parrilla de Fórmula 1 son mínimos de una temporada para la siguiente. A tenor de lo visto en las dos primeras sesiones de entrenamientos libres del Gran Premio de Australia, ni hay revelaciones inesperadas ni hundimientos espectaculares. Posición arriba, posición abajo, parece claro que todo el mundo está más o menos en el mismo lugar donde acabó la pasada temporada.
Entre el primer coche de la parrilla y el último vemos de nuevo que hay apenas un segundo escaso en diferencia de velocidad a una vuelta. La carrera seguramente deparará otra película bien diferente, porque de nuevo, el secreto estará en la capacidad de mantener la competitividad de los neumáticos en el largo recorrido. La degradación de las ruedas es el único factor que no termina de ser controlado por los ultrasofisticados modelos de simulación de los equipos. Este será el único margen de sorpresa que quede en la carpeta de los ingenieros o la retina de los aficionados al caer la bandera a cuadros el domingo.
Durante las pruebas de pretemporada, siempre se habla mucho sobre si tal o cual equipo ha dado pasos de gigante o está con graves problemas. Pero la realidad luego nos dice que ni una cosa ni otra. Y es que es muy peligroso sacar conclusiones de forma precipitada... cuando esto no ha hecho más que empezar. En la jornada del viernes en el circuito de Albert Park, vimos, por ejemplo, que Red Bull y Max Verstappen parecen estar con ciertos problemas.
Es posible que sea así y el coche del actual campeón del mundo todavía tenga tareas por rematar. Pero si los coches del equipo filial han brillado en ambas sesiones es una simple cuestión de dar más vueltas hasta que el RB25 funcione como lo que se espera de él: uno de los mejores coches de la parrilla. Ferrari y McLaren parecen estar un poco por delante del resto.
Ninguna sorpresa, porque así es más o menos como acabaron la temporada, pero difícil será que Max Verstappen no esté al final peleando con ellos. Lo mismo cabe decir incluso de George Russell y Mercedes. Algunos equipos hablan de cambios radicales en sus coches, pero no hay que engañarse cuando se habla de cambio radical. Todo se analiza de forma minuciosa en los simuladores y ningún equipo va a tirar por la borda un nivel de competitividad, por ver si suena la flauta con un concepto inédito.
Evolución, no revolución
Y la razón es, que a diferencia de antaño, estamos ante el triunfo absoluto del modelo de evolución sobre el de revolución. No hay más que ver lo enormemente similares que son hoy día todos los coches de la parrilla y lo mucho que se parecen de una temporada a la siguiente. Hasta que no entra una reglamentación nueva es difícil ver algo que realmente sorprenda. Para bien y para mal. Y con los pilotos viene a pasar un poco lo mismo. Parece que Lawson y Antonelli por ejemplo, después de apenas un par de sesiones de entrenamientos libres, son un fracaso. Pero de nuevo parece prudente analizar la cuestión con calma.
Liam Lawson ha acabado en las dos sesiones alrededor de siete décimas más lento que Max Verstappen. Hablamos del actual campeón del mundo y parece obvio que está lidiando con un coche con ciertos problemas de juventud. ¿Es acaso muy diferente de lo que a menudo sucedía la temporada pasada entre SuperMax y Checo Pérez? Pues desde luego que no. Y sobre todo, que apenas se han disputado las primeras sesiones de libres. Si sería aventurado sacar conclusiones de la sesión clasificatoria del primer Gran Premio de la temporada, más aún es hacerlo en un viernes dedicado a hacer pruebas.
First practice day of the weekend, complete ✅ Lots learned. Onwards to Quali tomorrow 💪 pic.twitter.com/377JMstD1R
— Mercedes-AMG PETRONAS F1 Team (@MercedesAMGF1) March 14, 2025
¿Alguien acaso podía pensar que Andrea Kimi Antonelli iba a estar a la altura de George Russell en su primera toma de contacto con fuego real? Alguno dirá, pues es lo que Lewis Hamilton hizo en 2007 con Fernando Alonso. Error total en la comparación. Reconociendo que tiene un mérito extraordinario debutar y estar a la altura de un bicampeón mundial, Hamilton antes de su primera carrera había realizado 15.000 kilometros de prueba con coche y neumáticos reales. Tenía experiencia con el neumático Bridgestone y Alonso venía de años pilotando con Michelin.
Es sorprendente leer muchos mensajes en redes sociales que Andrea Antonelli es un bluff, cuando en realidad ha quedado un viernes a cuatro y siete décimas de George Russell, uno de los pilotos más valorados de la parrilla. Cuando no has podido hacer miles de kilómetros con el coche y neumáticos reales y saltas al ruedo por primera vez, quizá la valoración que haya que hacer del joven italiano es justo la contraria a la de decepción.
Sin sorpresas con los pilotos novatos
Veamos en sentido contrario el caso de Jack Doohan. Al australiano, muchos lo dan por amortizado en el paddock, Helmut Marko incluso dice que es un piloto de tercer nivel. Tan malo no será el australiano cuando una sesión ha acabado delante de Pierre Gasly y en la siguiente a sus espaldas. La conclusión es clara. Todos los pilotos que corren en la actual Fórmula 1 son muy, muy buenos. La telemetría y años de método desde el karting te dicen que antes de debutar, los equipos ya tienen la garantía de que a nivel de velocidad no va a haber apenas sorpresas, ni para bien ni para mal.
Por eso hay que desconfiar más que nunca ante diferencias que vayan más allá de las tres décimas entre pilotos del mismo equipo, o de un coche de un Gran Premio a otro. Hay que buscar la explicación más allá del piloto y del reglamento en el caso de los coches. Precisamente por la neutralización del factor sorpresa, el piloto en contra de lo que muchos protestan, hoy es más importante que nunca.
Si por pilotos y monoplazas, la Fórmula 1 actual quizá sea la más igualada de la historia, el piloto ahora es el factor más importante de la ecuación. Aquel que sea capaz de sacarse dos o tres décimas de la manga respecto a su compañero de equipo, sacar la quintaesencia a su coche sin cometer un solo error de principio a fin de carrera... es el que inclinará la balanza a un lado o a otro. Puede pensarse que la falta de sorpresas nos lleva al día de la marmota, pero quizá el desarrollo del Gran Premio el domingo nos confirma que el piloto hoy día es el factor más decisivo. Quien lo diría en estos tiempos.