Los abucheos a Red Bull en la fiesta: ¿merecidos o víctima de la 'futbolización' de la F1?

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El reciente F1 75 Liveen Londres ejercía como una celebración festiva para la Fórmula 1, su primer evento colectivo en sus 75 años de historia. Sin embargo, a algunos se les debió atragantar la nuez en la garganta cuando recibieron un mensaje inesperado por parte del público.

Los organizadores agradecían en un momento dado la colaboración de la FIA, pero unos sonoros "booos" llegaron desde las gradas. Quizás comprensibles, ya que la institución no pasa por sus mejores momentos de imagen. Pero que Christian Horner tuviera que apretar las muelas mientras pronunciaba su animado discurso no entraba en guion alguno. Red Bull era abucheado delante de millones de espectadores de todo el mundo.

En un evento lúdico, festivo y vibrante, el equipo del campeón del mundo recogió la opinión de un aforo que había pagado por su entrada con total disposición para disfrutar con la puesta de gala de la Fórmula 1.

Horner fue abucheado. (EFE/Tolga Akmen)

Red Bull presentaba su monoplaza a través de un vibrante vídeo con exhibición de medios de producción, energía y dinamismo. Alejado de la Fórmula 1, sí, pero cercano a su público objetivo. Max Verstappen y Liam Lawson salieron al escenario escoltados por un gran coro de jóvenes dinámicos y vibrantes, ese mismo nicho al que Red Bull intenta seducir por todo el mundo.

Sin embargo, una de las mejores y más potentes maquinarias de marketing y comunicación del planeta, que invierte miles y miles de millones anuales con extraordinaria imaginación y osadía, debió quedar estupefacta ante la reacción del respetable. Si este era el retorno de su inversión y estrategia, las cabezas pensantes del fabricante de bebidas necesitarán un profundo examen de conciencia desde entonces, si no están ya en ello.

La Fórmula 1 celebró en Londres su ya dilatada historia de la que Red Bull es parte crucial. Que no sea reconocido por ese nicho, o una parte del mismo, debe resultar descorazonador para sus responsables, sobre todo si reflejaba un sentimiento extendido más allá de las paredes de O2 londinense.

Cuando se trata de la expresión de emociones, no resulta sencillo adivinar las causas o motivaciones de comportamientos colectivos. ¿Por qué los aficionados abuchearían a Red Bull?

¿Se trataba de Horner?

Cabe apuntar una primera hipótesis: la censura quizás era dirigida al propio Horner, protagonista del culebrón que abrió en canal a su equipo el pasado año. Quizás una parte del público no ha absuelto aún a quién sería considerado parte de un comportamiento censurable, al margen de la purga de poder interna en Red Bull a la que parecía responder el conflicto de 2024.

Como ese matrimonio cuyas discusiones traspasan las paredes del hogar, el cisma en Red Bull saltó a la opinión pública entre recíprocas acusaciones, con Horner como blanco más destacado. La casa parece ahora en orden y los gritos aparentemente han cesado, pero nadie desde el exterior sabe todavía a qué precio. Si Horner era el destinatario de la desaprobación del respetable, tampoco podrá saberse a ciencia cierta.

El silencio del campeón del mundo

Aunque resultaba insólito que, a pesar de la extraordinaria exhibición visual y de medios desplegados por Red Bull en su presentación, no hablara ninguno de sus pilotos, especialmente su estrella y campeón del mundo, Max Verstappen.

El holandés salía al escenario con cara de pocos amigos, aunque bien es sabido su rechazo a semejante parafernalia, que también había exteriorizado en el Gran Premio de Las Vegas. ¿Se negó a hablar de antemano por no compartir ese aquelarre? Resulta difícil imaginar que tanto Red Bull como de FOM se postraran ante el holandés en un acto de semejante calibre.

De aquí que también quepa especular que, ante el cariz que había tomado el asunto mientras Horner hablaba, los responsables de Red Bull tuvieron suficientes reflejos para no querer provocar un aumento de decibelios ante la intervención de Verstappen. Esto hubiera generado un embarazoso bochorno para Red Bull.

Las hipótesis sobre Red Bull

Entonces, ¿por qué abuchearía el público presente en el 02? Buena cuestión para investigar, porque mal asunto si este es el resultado de la monumental inversión de Red Bull en todo tipo de vectores de comunicación, con la Fórmula 1 como pináculo. Aquí, salvo sesudos estudios de mercado, solo cabe especular.

Como equipo de Fórmula 1, Red Bull ofrece una marcada personalidad, aguerrida y audaz, creativa y combativa. Muy diferente a McLaren, Mercedes o Ferrari. Destila unos rasgos de competitividad extrema, no siempre bien acogidos por el gran público. No se gana en la Fórmula 1 con flores en el pelo, y Red Bull lo hace con estilo guerrillero y sin cuartel al enemigo.

Quizás, se trate en ocasiones de una arrogante actitud de los dirigentes de Red Bull, desde Horner a Marko, pasando por el temperamental y poco diplomático Max Verstappen, cuya aspereza no pasa inadvertida a la menor ocasión. O la aversión al dominador del momento, que también forma parte de la naturaleza humana. Pilotos como Hamilton o Vettel la han sufrido en sus carnes en algún momento y el holandés ya lleva cuatro títulos seguidos. O quizás la salida de Daniel Ricciardo y Sergio Pérez también se ha quedado grabada en el imaginario colectivo. O, quizás, una suma de todo ello.

Sin Red Bull, la Fórmula 1 sería otra

Si los abucheos del público londinense son el producto de un hipotético referéndum del estado de Red Bull ante la opinión pública, no puede haber más motivos para la preocupación,porque de ser este el retorno a sus siderales esfuerzos de comunicación e imagen, será necesario corregir el rumbo. Al menos, en la Fórmula 1, sin embargo, el más global de sus canales de comunicación.

En todo caso, la actitud hacia Red Bull no deja de resultar injusta o, al menos, poco agradecida al considerar el inmenso caudal de aportaciones a la Fórmula 1 desde su desembarco a gran escala en 2005.

Dos equipos de la actual parrilla (salvando la vida a uno de ellos en su momento), siete pilotos del total actual que integran esos equipos o u otros (Sainz, Gasly y Albon) y que han pasado por sus filas o se han formado con Red Bull. Un circuito en propiedad que alberga un gran premio que integra el calendario. Más de media docena de pilotos que han accedido a la Fórmula 1 gracias al apoyo de sus trayectorias. Infinidad de eventos promocionales por todo el mundo de enorme creatividad, originalidad y despliegue de medios, además de una brutal activación de sus patrocinios en los medios. La Fórmula 1 está muy en deuda con Red Bull.

Liberty y FOM buscan sin desmayo ampliar sus nichos y mercados con la Fórmula 1, captando con sus redes un amplio abanico de públicos, no todos dotados para conocer a fondo la naturaleza de este deporte. Pero todo tiene un coste. Quizás Horner y compañía estén haciendo méritos, o también sean víctimas de esa creciente futbolización de la Fórmula 1. Un inevitable subproducto de su fenomenal éxito.

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