Álex Palou y el estornino sueco

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Álex Palou celebra su segundo triunfo en dos carreras de la IndyCar 2025

Al finalizar cada prueba de la Indycar siempre vas a ver a un tipo disfrazado de piloto con la cabeza de un águila americana. El actor que lleva dentro se mueve, gesticula, y se esfuerza en llamar la atención al asomar tras los personajes principales que enfoca la cámara, que para eso le pone ahí Firestone. Si un ave rapaz celebra los pódiums y victorias de Álex Palou, otro tipo de pájaro explica su situación: el estornino.

Los coches de carreras vuelan pegados al asfalto basados en la velocidad que adquieren, y gracias a una cuestión análoga —la aerodinámica—, los pájaros hacen lo propio un poco más arriba, aunque en sentido opuesto.

La idea no es adherirse al suelo, sino despegarse de él. Ornitología aparte, las aves cuentan más de la historia de Palou de lo que parece, y para ello hay que atender a una fábula de la que se pueden sacar tres lecciones.

El estornino sueco

Cuenta la leyenda, que hace años un estornino muy guapetón y bien plantao pasó un estío vacacionero en Suecia, cerca del mar. Allí estableció tratos con una espectacular estornina local. Tendrías que ver a la estornina; era la copia alada de Scarlett Johansson, y el estornino revoloteaba a su alrededor levantando polvo a modo de derrapada aérea.

Nadie duda de la calidad de Palou, y en el plano técnico podría tener el nivel requerido. Los problemas son otros

Era el Dominic Toretto del aire. Salieron, pasearon por la arena, fueron al cine y se lo pasaron bien en un aparte discreto a donde el resto de la bandada tenía vetada la visión.

El problema llegó cuando sus amigos le dijeron que el frío estaba llegando, que tenían que salir volando para el sur, y que iba a hacer una rasca infame que les iba a fastidiar el trayecto. El estornino les dijo «id tirando, que tengo cosas que hacer por aquí, ya os pillo por el camino».

Los amigos se piraron, y el estornino se quedó un par de días con su novia de rubio plumaje. Cuando dieron el asunto por concluido, el pájaro programó su trayecto con rumbo sur, pero lo hizo sin mirar los partes meteorológicos de Martin Barreiro, el hombre del tiempo de La 1. Lo que dijo el bueno de Martín es que no iba a hacer frío, sino que iba a helar a ciertas altitudes, y que no era del todo buena idea volar esos días. De hecho, recomendaba no viajar.

El estornino se hizo el sueco ante las recomendaciones del televisivo, y despegó a toda castaña eludiendo radares, Airbuses, y algún misil perdido de Vladímir Putin. Fue justo en la vertical de Suiza cuando notó que la musculatura de los hombros se le empezó a poner rígida. Cada vez le costaba más agitar los alerones, hasta que se dio cuenta de que se le estaban empezando a congelar. Unas cuantas millas náuticas más tarde, los planos centrales se le quedaron tiesos, y protagonizó una caída en picado de las de no contarlo.

La castaña que se arreó fue inenarrable, aunque tuvo la suerte de caer sobre unos matojos en un campo de hierba de la zona de Gstaad, a unos 40 kms de la factoría de Sauber/Audi. Allí hay muchas vacas, y es una zona de producción de leche y queso. Para nuestro personaje, lo peor no fue el porrazo, sino lo que le pasó después, una vez desplomado e inerte en el suelo:

Álex Palou, a bordo de uno de los monoplazas de Chip Ganassi

Una vaca le cagó encima.

El bóvido había tomado mucho café esa mañana, y no te imaginas la plasta que le cayó. El estornino se acordó de todos los ancestros de la vaca, de sus muertos más frescos, y le echó una maldición gitana de esas que resuenan el doble si las pronuncia El Churumbel de Málaga. ¡¡BUMMM!!

Pero pasó algo inesperado mientras estaba enterrado en una hedionda masa marrón. Las alas, congeladas como un témpano, se le empezaron a descongelar con el calor de la caca de la vaca. Entonces esperó un poco más y se le quedaron bien, las podía mover con cierta libertad, así que se puso muy contento. Tanto que empezó a piar de alegría.

En ese momento pasó por allí un gato. Era negro, con mala leche, y lo peor: con hambre. Lo escuchó cantar, metió la mano donde estaba metido, lo sacó de un zarpazo, lo limpió y se lo comió. El estornino acabó en la panza del felino, que acabó convertido en un nugget de pájaro.

Atención ahora que de aquí se pueden sacar tres lecciones:

  1. Todo el que te mete en la mierda no es tu enemigo
  2. Todo el que te saca de ella, no es tu amigo
  3. Y la más interesante: Si estás en la mierda, pero puedes vivir con ello y estás incómodamente cómodo, es mejor que no abras el pico

Álex Palou está muy lejos de habitar en una cagada de vaca, pero tampoco es mentira que la meta última, el destino deseado de todo piloto de carreras sobre la faz de la tierra, es solo uno. Para un cineasta es ganar un Oscar, para un político el Nobel de la Paz, para un baloncestista ganar un anillo en la NBA, y para un carrerista, sin duda ganar el título mundial de la Formula 1. Todo lo demás, está por debajo de esto.

Pero Palou está bien donde está. Es reconocido, gana carreras, gana títulos, y gana dinero. Hasta se le baraja como posible titular en Cadillac F1, o al menos hay rumores de que está en la quiniela, lo que desvela que se cuenta con él. Se dice que General Motors quieren a alguien con experiencia en la categoría y un americano. Álex encaja mal en el patrón deseado, hasta tiene relación con Honda, pero quién sabe… carambolas más raras se han visto.

Álex Palou, durante su etapa con McLaren como piloto del programa de Fórmula 1

La pregunta que ha de responder si se le presentase la posibilidad sería:

¿Quieres ser cola de león o cabeza de ratón? Puede que el símil no sea el más afortunado, porque la Indycar roedor no es. Para muchos, estar ganando donde Trump, es mucho mejor que pelear por llegar a los puntos en la F1 y diluir tu talento entre una masa de buenos pilotos que pisarán la élite de la velocidad, pero nunca ganarán ni carreras ni títulos.

Los ejemplos previos en el último cuarto de siglo de pilotos llegados desde las competiciones americanas no han dejado buen sabor de boca. Hay muchos ejemplos de corredores que hicieron el viaje a Europa desde aquel lado del charco, y su concurso fue perfectamente olvidable. El caso de Sebastien Bourdais fue en particular paradigmático.

Tras arrasar durante cuatro años en la Champ Car —actual Indycar—, llegó a la F1 y duró temporada y media. Su mejor resultado fue un séptimo puesto, y a la mitad de su segundo año, y tras decepcionantes resultados, fue sustituido por Jaime Alguersuari. El matagigantes galo pasó sin pena ni gloria por la máxima. O peor aún: pasó por alguien que nada aportó, y no es que fuese manco, sino que no encajó en la categoría, y en esencia porque no aterrizó en un equipo con posibilidades.

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Otro que brilló más, pero salió con cajas destempladas en mitad de su último curso fue Juan Pablo Montoya. El colombiano cargó contra la categoría desde la puerta, moneda común a todo aquel que esperaba mucho y logró menos; el que se va por la puerta grande solo saluda.

Trece poles y siete victorias en el periodo de seis años es un logro correcto, lo que en cierto modo daba la medida de la talla del bogotano que vivió al lado del Circuito del Jarama. Por calidad no era, de sobras demostrada, pero su concurso en la categoría fue, digamos, complicado. Dejó huella en la memoria de todos, pero nunca quiso volver.

Juan Pablo tuvo suerte, corrió para dos escuderías ganadoras, con coches excelentes y una gran plantilla a su alrededor: Williams y McLaren. De su mano, estuvieron gravitando entre la segunda y cuarta plaza de constructores, y da la medida de lo complicado que es este jaleo de la F1.

Nadie duda de la calidad de Palou, y altercados legales con McLaren aparte, en el plano técnico podría tener el nivel requerido. Los problemas son otros, y uno de ellos es con quien podría llegar a la categoría.

Los grandes equipos, los ganadores, no parecen proclives a interesarse y pescan en otros caladeros, o traen a sus reatas con años de antelación. Así que si va a llegar en los próximos dos o tres años de la mano de Cadillac, Audi o incluso Aston Martin… es mejor que haga como el estornino: que se quede como está. Se está calentito, va a seguir ganando carreras y probablemente títulos, porque en la F1 no va a poder disfrutar de ese status, lo va a pasar peor, y su imagen y figura pueden salir trasquiladas. Y luego ya veremos.

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