
Hamilton, calor rojo

Hoy a las 07:00 AM
La fibrosa anatomía de Arnold Schwarzenegger jamás entraría en el angosto cockpit de un Formula 1. Pero fue su musculada planta la que le abrió la puerta a protagonizar uno de los éxitos cinematográficos de finales de los 80, "Danko, calor rojo". Pues para calor rojo el que va a pasar Lewis Hamilton, que nació unos pocos meses antes del inicio de su… rodaje.
Si para el actor austriaco esta cinta supuso una de las catapultas de su éxito posterior, para Sir Lewis va a ser la prueba de fuego de su calidad. Vestirse de rojo puede suponer el canto del cisne, el epílogo de su carrera, el despedida y cierre de una de las carreras más exitosas de todos los tiempos en la categoría o coronarse como el único octacampeón de la historia.
La película de Danko, con mamporros, persecuciones y tiros, tuvo un éxito relativo. Tenía gracia por momentos, aunque roza el aprobado ramplón en el plano artístico. Lo que sí reflejaba, a meses de la caída del muro de Berlín, eran las diferencias culturales entre el Este y el Oeste, entre rusos y yanquis. Ahora que Donald Trump y Vladímir Putin son colegas de toda la vida, esta historia no tendría el mismo sentido.
Hamilton se pasa al bando enemigo
El carrerista vestido de gris, que ahora va teñido de rojo, se ha tirado toda la vida motorizado por Mercedes y se pasa al bando enemigo, a Ferrari, una formación demonizada por Brackley. Si el heptacampeón era James Belushi, el poli americano de la historia, se ha reconvertido en el capitán de la milítsiya soviética Ivan Danko. Para el de Stevenage, su peripecia vital le ha llevado a un escenario parecido, con lo que tendrá que bregar con los lógicos problemas culturales dentro de la estructura.
No solo cambian los colores, sino también su visión del deporte, la pasión con que se vive, el valor de conjunto, el peso de la historia, y todo lo que significa lo relacionado con el cavallino. El éxito de Ferrari dependerá en gran medida del grado de integración de Lewis a sus formas y maneras, tanto en lo deportivo como en lo que ocurra fuera del asfalto.
Lewis es un zorro de fino olfato, que supo saltar del barco a tiempo cuando se echó en brazos de Toto Wolff. Supo ver el futuro, y oteó que el de McLaren iba a ser muy complicado, como lo acabó siendo en los años posteriores a su marcha. Hay quienes piensan que el verdadero acicate de su huida de Woking fue la falta de resultados, al igual que en sus dos últimos años en Mercedes, que también puede ser.
Tras tantos años de gris y negro, Lewis Hamilton se ha pasado al rojoSi en su primera hégira hacia la cofradía de la estrella la causa fue el implacable ritmo impuesto por los inalcanzables Red Bull, en esta ocasión, su falta de resultados pueden achacarse a una zona intermedia entre el piloto y unas regulaciones mal digeridas tanto por él como por su equipo.
La superior entrega de potencia en cantidad y calidad de sus motores Mercedes impulsaron sus seis títulos logrados con las flechas plateadas. Cuando los propulsores se homologaron, esa ventaja basculó hacia otras partes del coche, con una fuerte preponderancia de lo aerodinámico. Ahí, los de Brackley pincharon en hueso, con problemas de correlación. Apostaron por la revolución, y el fiasco fue inesperado y estrepitoso.
Dificultades ante Russell
Hamilton no sale de Mercedes por la puerta grande, con un título bajo el brazo, sino tras ser superado de manera notable por su ahora excompañero George Russell. A los pilotos maduros les cuesta más adaptarse a coches contrapuestos a sus necesidades, y el menos baqueteado Russell se hizo con el dominio de unos monoplazas que hicieron sufrir a Lewis. En 2024, el 19 a 5 en el cara a cara a favor de George, un 10 % más de puntos en su faltriquera, y que le calzase un promedio de casi dos décimas al siete veces campeón, demuestran algo sencillo: se adaptó mejor.
¿Y a qué se adaptó mejor? A un coche peor para sus maneras de entender el manejo en un momento sensible: Lewis sufría en la entrada de las curvas. El efecto suelo que arroja la actual reglamentación pega los coches como lapas al asfalto cuando la velocidad es muy alta, pero esa energía desaparece cuando se suelta el acelerador. El agarre cambia, el monoplaza se vuelve flotón, y tienden a irse rectos en el inicio de la curva con un coletazo a la salida.
Ahora que conoce Ferrari por dentro, Hamilton se rinde ante Alonso: "Mi respeto es enorme"Leer noticiaDurante el paso por curva, el agarre mecánico se traslada del tren trasero al delantero, y los Pirelli digieren mal los deslizamientos generados. Primero se acusa un golpe de delante y luego de atrás, y si es muy acusado, las gomas se recalientan, pierden agarre y se consumen antes. Esto, no solo casa mal con el estilo de pilotaje de Hamilton, sino que eran inercias que el Mercedes digería mal.
La inestabilidad que aparecía en mitad de la curva conducía a transmitir poca confianza a los pilotos, con un comportamiento irregular y poco predecible. Russell y Hamilton rodaron de forma pareja antes de la llegada de los coches de finales de 2023 y en especial, el de 2024. Cuando el coche cambió, el que se adaptó mejor fue el que ha quedado como líder de la formación.
¿Un mejor Ferrari para Hamilton?
Si parece demostrada la teoría de que los pilotos más viejunos se adaptan peor a coches poco favorecedores, ¿qué le puede esperar en Ferrari? Pueden pasar dos cosas. Una, que un mal día se baje como Alain Prost, jurando en arameo y diciendo al cielo que ese coche es un camión. O dos, que en Ferrari le den no un buen coche, que también, sino el coche que a él le gusta, que necesita, y las escasas pistas dejadas en los test parecen ir por estas latitudes.
Prost, el profesor, el cuatro veces campeón del mundo, podía no ser el mejor del día sin un coche ajustado a lo que necesitaba. Pero con un monoplaza a su medida era inalcanzable, algo parecido a lo que se transmitía de Sebastian Vettel o el propio Hamilton.
Se sabe que el SF-24 permitía frenar más tarde que el Mercedes, y hacer rotar el coche en menos tiempo con un movimiento más violento, y ese ADN debería estar en el SF-25 de este año. Una de las claves del pilotaje de Lewis reside en lo que los italianos llaman la stacatta, ese instante en que el coche ha dejado de empujar y aún no está frenando. Es un período muy corto, pero hay una traslación de fuerzas, masas e inercias que dejan al bólido en un limbo de la velocidad en el que se transforma de misil en pedrusco. Y ahí el Ferrari parece mejor.
Lewis Hamilton, a bordo del Ferrari SF-25 en BaréinEl éxito de Sir Lewis dependerá en gran medida de que el coche que tenga se ajuste a él, y no tanto él al coche; el de Ferrari se deberá a su monoplaza y a que Hamilton sea capaz de sacar jugo en las primeras carreras al bólido encarnado. Si son capaces de liderar la tabla y obtener una cierta ventaja, es muy posible que apuesten por darlo todo hasta finales de año en persecución de su primer título desde 2008. La trayectoria ascendente, la estabilidad regulatoria, el duo de pilotos elegido, y la huida de recursos de sus competidores hacia 2026, podría reescribir el guion al que McLaren puso letra el año pasado.
Al capitán Danko le retiraron su arma cuando llegó a Chicago en persecución de un narco checheno. Pero James Belushi, su contraparte norteamericana, con el que acabó haciendo muy buenas migas, le entregó de tapadillo una Smith & Wesson del calibre .44 Magnum. El cambio le sentó bien. Va a ser interesante cómo le sienta el suyo al heptacampeón, y cuántas botellas Magnum de Moet & Chandon ve esta temporada. Y nosotros que lo disfrutemos.