La 'ley mordaza' llega a la F1, pero a ver quién es capaz de tapar la boca a Verstappen y compañía
Hoy a las 11:00 PM
El espíritu de Jean Marie Balestre, aquel presidente famoso por su personal autoritarismo y sus enfrentamientos con Ayrton Senna parece volver, aunque ahora envuelto en celofán y la letra impresa, de lo que se antoja como una 'ley mordaza' automovilista.
La FIA ha publicado un nuevo régimen de sanciones que aprieta las tuercas para controlar el comportamiento en las distintas categorías del automovilismo, con especial querencia hacia los de Fórmula 1. Presenta un muy amplio abanico de conductas potencialmente sancionables, acompañado por duras multas económicas. Justo lo contrario que los pilotos cuestionaron el pasado año en un duro comunicado contra Mohamed Ben Sulayem.
Con el nuevo reglamento en la mano, los pilotos tendrán que actuar como esa figura de los tres monitos con la mano en la boca, en los ojos y en los oídos: no ver, no oír y callar. Para algunos, como Max Verstappen, supondrá un esfuerzo mayúsculo de contención.
"Somos mayorcitos"
El conflicto latente emergía a la superficie en una entrevista de Ben Sulayem en un medio británico. “Tenemos que diferenciar entre nuestro deporte, el automovilismo, y la música rap. No somos raperos, dicen la palabra Fuck (Joder… en castellano) ¿cuántas veces por minuto? No estamos en eso". El "lenguaje sucio" era el objetivo del presidente de la FIA, que se ha afanado por acentuar su autoridad en aquellas áreas de su competencia, forcejeando con la fortaleza y dominio de FOM en la disciplina.
A los pocos días, Verstappen utilizó la palabra Fucked varias veces en la rueda de prensa previa al GP de Singapur y fue sancionado a llevar a cabo servicios comunitarios. La reacción furiosa del holandés fue acogida por sus compañeros, que un mes más tarde dejaron clara su postura hacia Ben Sulayem
"Instamos al presidente de la FIA a que también considere su propio tono y lenguaje cuando hable con nuestros pilotos miembros, o incluso cuando se refiera a ellos, ya sea en un foro público o de otro modo”. La GPDA y sus miembros elevaron el tono en su duelo con el presidente de la FIA. “Nuestros pilotos son adultos y no necesitan que se les den instrucciones a través de los medios de comunicación sobre temas tan triviales como el uso de joyas o la ropa interior".
"La GPDA ha expresado en innumerables ocasiones su opinión de que las multas monetarias a los pilotos no son adecuadas para nuestro deporte”, continuaba el comunicado. “Durante los últimos tres años, hemos pedido al presidente de la FIA que comparta los detalles y la estrategia sobre cómo se asignan las multas económicas de la FIA y dónde se gastan los fondos".
Ben Sulayem no respondió al desafiante comunicado de los pilotos el pasado noviembre. El miércoles se publicaba la modificación del reglamento deportivo con, precisamente, más sanciones, más control y elevadas sanciones económicas.
Un gran abanico para castigar
A grandes rasgos, el nuevo sistema define varias categorías, cada una con diferentes comportamientos sancionables, y una elevada multa que se incrementa según su reincidencia. ¿No se quejaban los pilotos de la conveniencia de sanciones económicas y su destino? Pues toma.
Por ejemplo, en el segundo epígrafe, el reglamento tipifica misconduct a lo que se detalla como “el uso general de lenguaje (escrito o verbal), gestos y/o señales que sean ofensivos, insultantes, groseros o abusivos, que puedan esperarse o percibirse razonablemente como groseros o que causen ofensa, humillación o sean inapropiados", además de "agredir (dar codazos, patadas, puñetazos, golpes, etc.)" e "incitación a hacer cualquiera de las acciones anteriores". Vamos, que aquí cabe de todo.
La FIA y sus miembros también reciben un amplio escudo ante cualquier “daño moral” que pueda llevarse a cabo un amplio número de canales y formas. Otro apartado desmenuza cualquier tiempo de manifestación potencialmente punible en el terreno religioso o político. Otra amplia fórmula sobre odio o violencia, así como cualquier un último apartado para las celebraciones de actos de la FIA.
En definitiva, la FIA establece un amplísimo arsenal de situaciones para los pilotos que podrían subsumirse en su amplio catálogo de infracciones. Las sanciones van de los 10.000 para la primera a los 30.000 euros de la tercera reincidencia, con un coeficiente corrector según la disciplina. Estas sanciones se multiplican por cuatro para los firmantes de la GPDA. Por ser la Fórmula 1.
Para colmo, la reincidencia podría terminar con pérdida de puntos y suspensión en la competición. Un gran premio que a Verstappen se le torcía en el pasado hoy podría costarle una fortuna e incluso quedarse sin competir.
🚨 Max Verstappen receives a harsher penalty for swearing during the press conference and now has an "Obligation to accomplish some work of public interest" To put it in different words, a sort of community service 💀 pic.twitter.com/7bmDZSlmEI
— RBR Daily (@RBR_Daily) September 20, 2024
Una espada de Damocles
La FIA usa el eufemismo de que se “busca garantizar que las sanciones se apliquen de manera uniforme y transparente, beneficiando tanto a los comisarios como a los pilotos/competidores”. Se habilita así a los comisarios a “decidir qué sanción aplicar en caso de incumplimiento del código deportivo internacional y/o de las normas aplicables de la FIA”.
Eso sí, “conservan la facultad discrecional de tener en cuenta cualquier circunstancia atenuante y/o agravante, así como la naturaleza y la ubicación del evento, para adaptar la sanción a la situación específica". ¿Un ‘taco’ en Singapur no sería igualmente punible que, digamos, Montmeló?
Por cierto, mucho cuidado a partir de ahora de cuestionar a los comisarios, o elevar una palabra más alta que otra. “Cualquier palabra, hecho o escrito que haya causado daño moral o pérdida a la FIA, sus órganos, sus miembros o sus directivos y, de manera más general, al interés del deporte del motor y a los valores defendidos por la FIA”. Fernando Alonsohubiera sido crujido con semejante tenor, por ejemplo, en el pasado Gran Premio de Australia, por citar alguno de sus desencuentros.
En definitiva, una enorme variedad de comportamientos podrían subsumirse en este nuevo sistema sancionador, una espada de Damocles para los pilotos, en especial para los de Fórmula 1. Tras aquel desafiante comunicado de la GPDA el pasado año, Ben Sulayem ha arrojado su guante.Habrá diversión la próxima temporada.