verstappen fin de ciclo

Como ese crujir de vigas que delata el riesgo de hundimiento del techado, así Red Bull ofrece síntomas del fin de un ciclo. Y Max Verstappen también lo estuviera percibiendo y decide salir de la casa, podría terminar de provocar el derrumbe.

Desde 2024 hasta el presente, el modelo de Red Bull comienza a dar señales de agotamiento, y el reciente caso de Lawson/Tsunoda es otro crujido más. Otros ejemplos de equipos exitosos en un pasado no muy lejano comenzaron su declive cuando también dependían del Messi de turno.

Porque los grandes talentos siempre se mueven en la dirección del viento triunfante, y Verstappen podría empezar a sentir que los acontecimientos en el seno de Red Bull en este ultimo año invitan a coger otro tren con mejores opciones de rumbo hacia la victoria. Sin ir más lejos, al terminar la presente temporada.

El reciente culebrón Lawson/Tsunoda ha puesto de manifiesto las contradicciones e incoherencias de gestión en los responsables del Red Bull. Un piloto cuya mayor fortaleza para subir al primer equipo era su resiliencia mental, era apeado tras solo dos carreras en circuitos desconocidos para el piloto, perdiendo una sesión por avería mecánica en Australia y con solo una sesión de libres antes de un formato esprint. El piloto que hace dos meses no valía para el puesto ahora acabará la temporada 2025, según Helmut Marko porque está en el mejor momento deportivo de su vida.

Como en su día con Nick de Vries, desde el exterior se percibe una bicefalia de criterio para elegir pilotos. Horner tiene su agenda, y Marko la suya, la del Red Bull Junior Team. Para 2025 el primero quería un piloto de fuera, y el austríaco, uno de dentro, y con las bendiciones finales de Max Verstappen. Ganó Marko y ni aún así se ha acertado. La política de Red Bull en este sentido no puede resultar más incoherente y errática. Hasta Verstappen ha cuestionado la decisión tomada con Liam Lawson.

Este último episodio debería hacer poner en perspectiva a la cúpula del fabricante de bebidas el sentido del Red Bull Junior Team). Decenas de millones invertidos durante décadas para que todos los que han llegado desde 2014 se estrellaran contra el muro de Max Verstappen. Sin Dietrich Mateschitz al frente, quizás a Helmut Marko le toque rendir cuentas sobre la viabilidad del programa y, quien sabe, dejar pronto su puesto. De lo que Horner quizás estaría encantado.

Sería un frente más. Cuál será el ambiente interno en Red Bull desde la guerra civil de 2024 es otra incógnita. Lo que parecía una tregua quizás siga como guerra larvada entre las dos figuras que dirigen la vertiente deportiva y la cúpula accionarial. De momento, semejante ambiente propició la salida del mayor activo de Red Bull después de dos décadas, Adrian Newey, y gran artífice de los éxitos en el área técnica.

Rob Marshall (hoy triunfando en McLaren) Jonathan Wheatley (su director deportivo) Will Courtenay (director de estrategia) Lee Stevenson (jefe de mecánicos de Verstappen)…Quizás no resulte casual que los RB20 y RB21 hayan perdido su pegada y ahora sean el tercer o cuarto monoplaza según el fin de semana, rendimiento solo maquillado por el descomunal talento de Max Verstappen. Sobre este tema, luego más.

Sobre el horizonte, el mayor y más complejo desafío asumido por el fabricante de bebidas que ya lo es de motores, con debut en 2026. Durante años, se escuchó a Horner y compañía que nunca se entraría en semejante terreno, propio de los grandes fabricantes de la industria automovilística. Pero ¿será Red Bull Powertrains capaz de competir con Honda, Mercedes y Ferrari en la compleja tecnología híbrida, por mucho que Ford respalde el proyecto?

Si tan monumental apuesta no funcionara en 2026 o 2027, la techumbre podría definitivamente caerse sobre los artífices de tal decisión. Es sabido que Christian Horner y Helmut Marko torpedearon el acuerdo de colaboración con Porsche con el argumento de que la autonomía y fortaleza de Red Bull no podría depender de las caprichosas e intempestivas decisiones de un consejo de administración. Léase Honda. Que, por cierto, seguirá en la Fórmula 1 con Aston Martin.

La cuestión capital es ¿Cree Max Verstappen en la proyección de futuro de su actual equipo? Dependiente de la presencia de Helmut Marko (como quedó patente el pasado año) con un equipo técnico que no reconduce sus actuales monoplazas, la pérdida de argamasa que suponía contar con un monoplaza ganador como en estos tres últimos años, Verstappen tendría motivos para dudar del potencial de Red Bull como fabricante de motores. Por no hablar del conflicto latente entre su padre y Christian Horner, que podría coadyuvar a dar el paso hacia paisajes más atractivos, deportiva y financieramente.

Redundante insistir en la dependencia de Red Bull con Max Verstappen, como ha se ha visualizado de nuevo en el tema de Lawson/Tsunoda. Por su talento como por su dominio de los bastidores del equipo, y hasta la configuración de sus monoplazas. Si Verstappen asume que el ciclo de Red Bull se está agotando, es el momento para cambiar de equipo.

El neerlandés ya ha dado señales de que su vida en la Fórmula 1 no será muy larga, y menos con el actual calendario. Su paternidad reciente quizás acentúe sus ideas. De aquí que quizás llegue el momento de capitalizar su carrera con un espectacular contrato en otra estructura diferente, y quizás al alza en el nuevo ciclo que comienza en 2026. La cuestión es ¿Dónde podría recalar Verstappen? Tan solo en Mercedes o Aston Martin, a día de hoy.

¿Haría un hueco Toto Wolff a Verstappen a partir de 2026, orillando a Russell o Antonelli? ¿Cómo? Con Fernando Alonso bajo contrato en 2026 y ansioso por pegar su último disparo con Adrian Newey ¿Quién sería sacrificado en caso de que Max Verstappen se ponga a tiro? ¿Tendría que esperar a 2027, y rezar para que Red Bull acierte con el nuevo reglamento de 2026?

McLaren vivió su travesía del desierto y fin de ciclo cuando Honda abandonó a McLaren a comienzos de los noventa, y Ayrton Senna siguió el camino tan pronto como fue posible. Ferrari cerró el suyo cuando Luca Montezemolo quiso recuperar el control de la organización, en manos de Schumacher, Todt y Brawn. Si Max Verstappen siente que el techado está a punto de caerse y sale antes por la puerta de Red Bull, en Milton Keynes necesitarán algo más que su estimulante bebida.

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