"Daba igual lo que hiciésemos": Fernando Alonso y la interminable caída a plomo de Aston Martin

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"Desde el punto de vista de la ingeniería, veo la luz. Confío en nuestra ingeniería, en nuestro desarrollo del rendimiento y en nuestro desarrollo aerodinámico", declaraba un optimista Mike Krack, responsable de Aston Martin al llegar la pausa veraniega. "Estamos en el camino correcto y tendremos una mejor segunda mitad de temporada. Normalmente, no soy tan atrevido con las declaraciones, pero sabemos lo que tenemos". Clavado.

"Fuimos lentos en la esprint, fuimos lentos en la carrera…". Gran Premio de Estados Unidos: Fernando Alonso salía séptimo (por Russell desde boxes) y terminó decimotercero. Como una piedra en caída libre, así fue la carrera del piloto español en Austin. El mismo desastre que en 2023, un año después. O peor, ante la posición a la que está quedando degradado Aston Martin en la jerarquía actual de la Fórmula 1.

Un dato absolutamente demoledor el domingo contradecía a Krack y sintetiza ese desplome que se remonta ya a hace un año: vuelta rápida de Charles Leclerc, ganador del Gran Premio: 1.38.941. Vuelta rápida de Aston Martin y Alonso: 1.40.900. Dos segundos. La penúltima de diez equipos. ¿La última? Kick Sauber, solo dos décimas más lenta que el monoplaza verde.

Quien ha encontrado razón en que la pérdida de contacto con Red Bull, Mercedes, Ferrari y McLaren se justificaba en la diferencia de estructura y recursos frente a aquellos, tendrá más difícil explicar por qué Aston Martin ha sido engullidopor equipos que ni le preocupaban hace algunos meses. Este y no otro es el gran drama del equipo de Fernando Alonso, escenificado como nunca en Austin. De nuevo, tantos fantasmas del pasado que se levantan de sus tumbas.

"Daba igual, era lo que preveíamos"

"Salí bien hasta la curva uno, luego me quedé encajonado fuera de la pista y en las curvas rápidas de la primera vuelta. Pero sabíamos que daba igual la salida que hiciésemos o la posición que tuviéramos en la vuelta 1. Al final de 57 vueltas, acabas en tu posición natural, que era la decimocuarta. Lo que preveíamos, no era una sorpresa". Alonso resumía en pocas palabras su particular y pura impotencia, que sigue maquillando con estoicismo de veterano. Austin no es Bakú o Singapur, donde se podían sacar los codos.

En la primera vuelta, pasaba décimo. Hulkenberg se le merendaba poco más tarde. Dos Haas por delante, quién lo diría. Peor fue la vuelta 12, cuando Lawson le pasaba como un avión, viniendo desde el fondo de la parrilla. Dos RB por delante -también Tsunoda- cuando aún no habían transcurrido quince vueltas.

"Este sábado, en la crono, el octavo puesto no fue normal…", recordaba el asturiano al hacer inventario del desastre. Llegó Colapinto,un Williams, colista con Sauber durante buena parte de la temporada, y arrasó al monoplaza verde: "No había lucha, era un segundo más rápido que nosotros", bromeaba el asturiano mientras daba la mano al piloto argentino en el corralito. "El Williams es el nuevo McLaren de la zona media". McLaren, a quien el pasado año Aston Martin ni miraba en las parrillas. Un año después, uno de sus pilotos lucha por el título.

En la meta, dos Haas por delante (uno de ellos incluso con dos paradas), el Alpine de Gasly, Lawson con el RB, no Tsunoda por un trompo y una sanción de cinco segundos. También el Williams de un recién llegado Colapinto. Hace no mucho tiempo, Aston Martin rodaba en tierra de nadie como quinto equipo. Desde la pausa veraniega, sigue bajando hasta un nuevo sótano, el penúltimo monoplaza en ritmo del Gran Premio de Estados Unidos.

¿Por qué semejante pájara?

¿Cómo explicar semejante involución? Alonso parecía dejar entre líneas al terminar la carrera una sutil discrepancia con el equipo."Nosotros le decimos lo que le hace falta al coche, luego el equipo hace lo que puede, no es que no quieran mejorar las prestaciones. Hemos encontrado algún obstáculo durante gran parte de la temporada, unas veces aprendemos lecciones positivas, otras negativas de lo que no debemos hacer, otras de lo que debemos hacer…".

Imposible explicar cómo un equipo que lograba ocho podios hasta el pasado Gran Premio de los Países Bajos de 2023 ("¡Me siento vivo de nuevo!") haya caído en semejante sima. Desde los "efectos secundarios" de importantes cambios introducidos a principios de año, solo descubiertos después de varias carreras, como explicaba Mike Krack, hasta la falta de rendimiento de las evoluciones de Montmeló y luego en Budapest. "Después de muchos análisis tras Budapest, entendemos los cambios que debemos realizar", anunciaba el propio Krack en agosto.

Hasta seis elementos introducidos en el AMR24 en Austin que, como las anteriores, han seguido lastrando como una piedra al AMR24. Se supone que serán las últimas de la temporada, y que aún necesitan comprensión y desarrollo de puesta a punto. Pero, ¿por qué semejante pájara en Aston Martin, superado ya hasta convertirse en el octavo o noveno equipo de la parrilla?

¿Falta de recursos técnicos y logísticos? ¿Desconcierto total de sus ingenieros con el actual reglamento? Cierto es que alegrías y disgustos han sido comunes a casi todos los equipos con los distintos paquetes de evoluciones introducidos en diferentes fases de la presente temporada. Salvo dos: McLaren, por su regularidad positiva, y Aston Martin, en sentido totalmente opuesto.

Al terminar el Gran Premio de Estados Unidos, ante los medios, Fernando Alonso no sabía ya ni qué decir. Y quedan otros cinco calvarios por delante.

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