Lo de Tsunoda por Lawson es un chiste para Red Bull comparado con la marcha de Verstappen

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Se da por hecho queLiam Lawson no va a correr el próximo Gran Premio de Japón como segundo piloto de Red Bull y que será sustituido por Yuki Tsunoda. Sólo el hecho de que esto fuera ya un rumor, sería un disparate de gran calibre. Tomar una decisión de este tipo, apenas después de dos carreras del mundial es precipitado por decirlo suave. Es insostenible a largo recorrido tener al primer piloto en la zona alta de la parrilla y al otro de farolillo rojo. Pero este ruido delata mucha desesperación y poco de método.

A Red Bull se le acumulan los problemas. Después de la marcha de Adrian Newey, no terminan de dar con la tecla competitiva que les hacía imbatibles hasta hace poco. La marcha de Max Verstappen del equipo cada vez está más que asumida. Se da por hecho que es una cuestión de cuándo y no de si va a ocurrir. Para añadir gasolina al incendio, el rendimiento de los compañeros de equipo del neerlandés está en caída libre desde hace tiempo. Si era desconcertante el bajo rendimiento de Checo Pérez durante el último año y medio, lo de Lawson parece un chiste.

Pero vayamos a los datos. Isack Hadjar se quedó a dos décimas de Max Verstappen en la clasificación del Gran Premio de China, Yuki Tsunoda lo hizo a tres. Si tenemos en cuenta que la pasada temporada Tsunoda y Lawson estaban más o menos a la par, es obvio que la abismal diferencia entre el neozelandés y SuperMax en Red Bull tiene una explicación más allá del pilotaje. Quedarte a dos o tres décimas de uno de los mejores pilotos de la historia, como es Verstappen, es de ser un muy buen piloto. No digamos ya si encima se logra con un coche inferior como es el Racing Bull.

Christian Horner quiso dar una explicación a la extraña situación, diciendo que a Max Verstappen le gustan mucho los coches muy radicales de delante y que es muy difícil dominar los latigazos traseros que esta configuración de coche provoca. El argumento puede tener cierta lógica, pero resulta que los Red Bull y los Racing Bull, llevan el mismo motor, las mismas suspensiones, están desarrollados y construidos bajo el mismo techo y recordemos: Hadjar a dos décimas de Verstappen en clasificación.

Algo no cuadra

Si hacemos caso a lo que nos dice la historia sobre los superclase (como Schumacher, como Alonso, como Hamilton) es que su genialidad saca dos o tres décimas de donde la física no es capaz de explicar. Barrichello, Massa o Bottas tenían siempre ese muro cuando les tocaba medirse con el extraterrestre del otro lado del box. Sería razonable pensar que Verstappen con un Racing Bull, podría haber clasificado mejor aún que con su propio Red Bull. Complicado creerse que el coche titular va peor que el suplente. Algo no cuadra.

Max Verstappen es indudablemente excelente, pero Pierre Gasly, Alex Albon, Checo Pérez o ahora Liam Lawson también han demostrado ser muy buenos... fuera de Red Bull. Quizá los mencionados estén un escalón por debajo en cuanto a pilotaje del campeón del mundo, pero estamos ante un patrón, no ante una excepción. No tiene ningún sentido perjudicar deliberadamente a un segundo piloto, algo se está haciendo mal. Te puede pasar con un piloto, pero si te pasa siempre con cualquier segunda espada, la culpa es del equipo. ¿Acaso creen que con Tsunoda en Japón va a cambiar algo?

Probar a Yuki Tsunoda en su casa, en su casa, ante su público, en un circuito que conoce como la palma de su mano, puede ser la prueba del algodón que necesitan Helmut Marko y Christian Horner.Primero Checo, luego Lawson y ahora Tsunoda. Si no da la talla, no hay tiempo que perder: a la basura y que pase el siguiente. Es de una crueldad desmedida este método de gestionar, incluso en un mundo tan complicado como la Fórmula 1.

Una alianza extraña

Y aquí llega la extraña pareja formada por Christian Horner y Helmut Marko. Ambos se detestan, pero aquí se necesitan. El instinto de supervivencia en la selva crea sorprendentes alianzas. Horner tiene que justificar con un gran nombre la marcha de Verstappen ante Ford y la propia Red Bull. Marko tiene que justificar de una vez por todas los cientos de millones de euros invertidos en sus programas de talento. El veterano expiloto austríaco ha promovido las carreras de muchos buenos pilotos, pero en lo que respecta al aporte al equipo titular de Fórmula 1, el resultado es deficiente.

Hay que tener en cuenta que Max Verstappen no es producto de la cantera, fue fichado a los 18 años al estilo de lo que hacen los grandes equipos de fútbol con los prodigios a punto de caramelo. No es que no tenga mérito ese olfato, pero no es un trabajo de cantera propiamente dicho. En el caso de Sebastian Vettel, es cierto que Red Bull invirtió dinero en el piloto alemán desde jovencito, pero en cuanto a formación, es un producto mucho más de Mario Theissen como jefe en su época de BMW, que del propio Helmut Marko.

En sentido estricto, Daniel Ricciardo es el único aporte sólido al equipo titular que es 100% de la cantera gestionada por Helmut Marko. Mientras tengas un campeón del mundo como Vettel o un claro fenómeno como Verstappen cuando fue ascendido, no hay de qué preocuparse. El problema es que, cada día, la marcha del actual campeón a Mercedes en el 2026 está más clara. Y no hay recambio. Mientras Red Bull ha funcionado como una trituradora de carreras deportivas, Toto Wolff saca a George Russell y ahora a Kimi Antonelli, la Ferrari Driver Academy a Charles Leclerc e incluso Zak brown de McLaren tiene el olfato de fichar a Oscar Piastri.

A Red Bull hay que agradecerle que haya invertido en talento joven como no lo ha hecho ninguna compañía en la historia desde Marlboro. Pero, de un tiempo a esta parte, están perdiendo demasiados trenes. Si cae Lawson y después previsiblemente lo haga Tsunoda, les queda Isack Hadjarpara ver si finalmente suena la flauta. Es su última baza. Y de fallar, tocará lo de siempre: abrir el monedero y buscar al mejor posible.

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