Esto tiene que cambiar

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Carlos Sainz ha sido uno de los pilotos más críticos con la actual limitación de test.

La expresión «la primera en la frente» tiene origen en la tradición cristiana de santiguarse. Es para que Dios nos libre de los malos pensamientos. Pero en el Gran Premio inaugural de la temporada, hubo más malos pensamientos que de los buenos. Entre ganadores y perdedores, hubo más de los segundos que de los primeros.

Sacar conclusiones que mantengan vigencia durante el resto del año es tarea solo para aventurados. Lo que se ha visto en pretemporada y en la alocada primera carrera del año no sirve de referencia inamovible. El que quiera saber de verdad cómo van a estar las cosas el resto del año observando lo visto, ha de recurrir a un teleadivino porque las pistas son escasas. A pesar de ello, sí que se pueden sacar algunas conclusiones muy claras, porque hay algunas señales interesantes que mirar.

La primera empezó a ocurrir el mismo día en que los coches tocaron el asfalto. Los organizadores tienen sometidos a los equipos a un anoréxico periodo de test de tres jornadas. Las escuderías apenas pueden probar sus creaciones, y puede ocurrir lo de 2023. Mercedes y Ferrari, a los que más tarde se unió McLaren, comenzaron el año de forma regulera, por no decir directamente mala.

La Formula 1 está ganando más dinero que nunca, y un test con coches previos cuesta lo mismo que con los actuales

En Aston Martin vieron el cielo abierto, y ofrecieron unos resultados soñados, aunque de prestado. Cuando todos estos espabilaron, aquello cambió. Si la pretemporada hubiera tenido una duración decente, de entre seis y diez jornadas, esto no hubiera ocurrido. Con ese anoréxico periodo de test de pretemporada «para ahorrar» a pesar de que la F1 esté ganando más pasta que nunca, los equipos se ven obligados a trasladar su periodo de rodaje a las tres o cuatro primeras carreras.

Con esto tenemos que la temporada más larga de la historia en realidad es una pretemporada que se extiende durante varias pruebas y luego ya se vuelve todo un poco más normal. Lo más grave no es esto. Con ese periodo tan escaso, el problema no es tan solo técnico, sino también de seguridad, y esto es algo que FIA debería tener más en cuenta.

Los abandonos

En la carrera de Melbourne hubo seis abandonos. Fernando Alonso derrapó al toparse con un montón de grava en la curva 6 y cuando rodaba a un ritmo decente en la vuelta 33. Perdió el control del coche, y según Alex Wurz, el problema lo originó el propio piloto de forma inconsciente. La vuelta previa desvió la trayectoria para enfriar sus gomas, y al pasar por el lugar de los hechos, lo hizo de una forma algo más agresiva que en el giro previo. Otros pilotos pasaron por el mismo sitio, y también sufrieron cierto descontrol en sus monoplazas, pero iban con sus gomas en otro estado. El asturiano desconocía la circunstancia, y fue víctima de su propia gestión de forma inesperada.

De los otros cinco, uno fue Carlos Sainz, el otro español. El madrileño perdió su coche en la primera vuelta al ser disparado el periodo de bandera amarilla tras la salida de pista de Jack Doohan. Carlos engranó la tercera marcha, y en el modo específico que programa su coche en este ciclo, la entrega de potencia es distinta al Ferrari que pilotó durante cuatro temporadas. Al ser más violenta, sus ruedas traseras quisieron adelantar las delanteras, y acabó contra las protecciones.

Isack Hadjar protagonizó el primer abandono de la temporada tras perder el control del coche en la vuelta de formación.

Ni para el madrileño ni para su formación fue el estreno que deseaba, pero delata algo sencillo: no conocía los entresijos de su nuevo coche. En Baréin hizo frío, viento, y no se dieron las condiciones meteorológicas de Australia, pero el periodo de aclimatación al FW47 fue tan escaso, apenas día y medio, que era imposible que conociese todos estos detalles. Con más tiempo subido a su coche, es bastante posible que fuera consciente de ese detalle que le costó un estreno para olvidar.

Los otros cuatro accidentados, dos de cada tres abandonos en Melbourne, fueron protagonizados por el 80 % de los pilotos novatos, o destinados a disputar una temporada completa —Liam Lawson ha sido titular, pero de forma temporera—. A nadie debería escapar que Isack Hadjar, Jack Doohan, Gabriel Bortoleto y Liam Lawson, todos ellos fuera de la carrera cuando cayó la bandera a cuadros, son los pilotos menos experimentados de la parrilla (con la excepción de la sorpresa de la carrera, Kimi Antonelli)

Faltan kilómetros

La carrera de Melbourne fue divertida, entretenida, no fue de las que hacen afición, pero estuvo bien. El espectáculo mejoró con la dificultad añadida de un asfalto raro, poco frecuente, en una pista urbana, con rayas de pintura en lugares poco habituales, y una climatología cambiante. Todo ello son elementos que despistan, condicionan y ponen a prueba las capacidades de unos corredores que apenas han rodado unas pocas horas en sus coches.

No es posible tasar en qué grado su desconocimiento de la mecánica y la categoría afectó a sus accidentes, abandonos, o salidas de pista, pero es que resulta que a los más talluditos y experimentados esto no les pasa. FIA y organizadores abrieron la mano para que estos chicos pudieran baquetearse un poco con los test TPC, o Test con Coches Previos, monoplazas con más de dos años.

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La Formula 1 está ganando más dinero que nunca, y un test con coches previos cuesta lo mismo que con los actuales. Son parecidos, y no iguales, así que gracias, pero es una situación absurda. Los entrenamientos anteriores a la temporada, en Baréin, Montmeló o Jerez, deberían volver por varios motivos.

Uno es porque resulta muy extraño ahorrar cuando se nada en la abundancia y todos están de acuerdo en gastar más en este apartado. Segundo, la temporada se abriría de una manera más natural en el plano técnico. Y tercero, por seguridad. Tirar al asfalto a chavales sin apenas experiencia en la categoría, con coches que les resultan desconocidos, es temerario.

El simulador no es suficiente

Los simuladores están muy bien, son excelentes, transmiten mucho y ayudan a formarse, pero no bastan. En los test de pretemporada no solo se desarrollan los coches sino también los pilotos. La mayoría no lo necesitan, pero a algunos, los novatos, los que cambian de equipo, los que trocan sus mecánicas, los que cambian de motor con esas potencias de mil caballos, merecen disponer de algo más de kilometraje, so pena de que luego les pasen cosas que tengamos que lamentar.

En Melbourne todos cometieron errores, todos, pero los más experimentados pueden salir de ellos con más facilidad. Basta con recordar esa salida de pista al unísono de los dos McLaren cuando lideraban la prueba y se toparon de cara con el agua. Norris y Piastri llevan ya un kilometraje que les ha dado lo que Antonelli tuvo que sacarse de la manga, con trompos, salidas de pista, y hasta dañar un fondo del coche que le remitió a la decimosexta posición en parrilla.

Kimi Antonelli sobrevivió a la lluvia y una salida de pista sin consecuencias para terminar cuarto en su debut.

Tuvo al santo de cara con una acertada estrategia por parte de Mercedes, pero estuvo a pique de quedar apeado de la prueba varias veces. Tuvo la suerte de la que carecieron otros que no recordarán con cariño su debut.

En la práctica cristiana, persignarse tocándose la frente, el pecho y los hombros va acompañada de un pequeño rezo: «la primera en la frente, porque nos libre Dios de malos pensamientos. La segunda en la boca, porque nos libre Dios de malas palabras. La tercera en el pecho, porque nos libre Dios de malas obras». La mala obra sería dejar a la suerte la seguridad, y para eso está también la práctica intensa antes de acometer cualquier aventura.

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